Ganaba bien, con el gol de Diego Dell Orto tras gran jugada de Jaime. Jugaba casi como un calco que en el partido ante San Miguel. Solo que esta vez, cuando llegó el momento de sellar el triunfo, Diego Jaime pecó de egoísta (estaba cerca Náser para definir) y lo pagó caro. Una mano infantil de Facundo Muñoz le dio a Alem lo que por mérito propio no conseguía, y en Ensenada se masticó bronca sobre el final. Esta vez, la identidad se repitió, pero el resultado no.
Las tres opciones de gol desperdiciadas en el complemento entre Diego Jaime, y Daniel Catriel le iban a costar caro. Se podía percibir, pero se comprobó cuando sorprendentemente Nicolás Lamolina cobró un penal por una increíble mano de Muñoz que no se pudo entender. Quedaba un rato todavía cuando García cambió la acción por gol. Pero rondaba la idea luego efectiva de que ya Camba había puesto toda su energía al servicio de jugar con el resultado a favor que le había dado aquel gol de Dell Orto a los 26 del inicio.
Hasta el gol del defensor, que aprovechó un rebote tras una gran apilada de Jaime; el partido transcurría entre el repliegue de Cambaceres, y el dominio inoperante de Alem del balón y el territorio. Apenas una jugada de gol que Zurlo le tapó brillantemente a Romero. Y apenas una situación de gol para el Rojo en la única jugada en la que el piru Náser pudo lucirse en una tarde opaca y diametralmente opuesta a lo que regaló ante San Miguel.
Sin embargo, en el plan de Cambaceres, aquel gol de Dell Orto funcionó a la perfección. Una vez más las dos líneas achicando en terreno local, con la amenaza latente del contragolpe para ganar definitivamente. En este esquema rígido en defensa y de progresivo despliegue veloz cuando se recupera, Adrián Jones, esta vez fue uno de los mejores intérpretes. Porque desde sus pies nacieron los pelotazos en diagonal mejor dirigidos para las corridas de los delanteros.
Solo que esta vez se invirtieron los roles. Diego Jaime fue de los dos puntas el de mayor concentración, y Piru Náser anduvo extraviado. Al punto de que terminó siendo expulsado por un codazo en un sector de la cancha que nada tiene que ver con su naturaleza. La reacción, injustificada, puede explicarse en dos echos que derivaron en su bronca: 1) el gol de Alem que desencajó a todos. 2) cierta bronca contra su compañero de ataque que no lo vio en las chances de gol donde el piru estaba mejor ubicado.
Cuando terminó el partido y todos trataban de digerir la buena chance de ganar por segunda vez seguida, vimos a Facundo Muñoz irse del estadio desconsolado, acompañado por su gente. El caso del chico de Berazategui es entendible desde su reacción. Desde la llegada de Zuccarelli, el técnico no para de ratificarle la confianza pese a sus reiterados errores. Y esta vez quedó lamentablemente, en una evidencia muy marcada.
Ahora que llega la recta final de este tumultuoso torneo de Cambaceres; en el que se preparó para lo mejor, y está sacando cuentas para llegar a lo menos malo, surge la pregunta inequívoca. ¿Le alcanzará para clasificar al reducido? Si miramos el mixture y la tabla, parece complicado, los márgenes de error se redujeron demasiado y los rivales que vienen son muy duros. Si miramos hacia adentro del equipo una luz de esperanza se enciende. Porque aparece una identidad definida. Algo austera pero definida. Y eso al menos es alentador.
Claro que dos puntos perdidos de local, en un partido que, salvo por la mínima diferencia parecía ya ganado, duelen demasiado. Habrá que recuperarlos de visitante, este domingo en Gerli, ante el modesto y devaluado El Porvenir.
La apuesta es esta. Primero cerrar los caminos que conducen a Zurlo, para luego pensar en golpear, en sorprender. A veces sale, otras como esta tarde ante el lechero no. Cuidarse cerca del arco propio tiene sus riesgos. Pero al menos son menores que jugar a “no se sabe que”, como sucedía en tiempos recientes. La verdad la tendrá el tiempo y el desarrollo del ciclo. Y la verdad la tendrán los resultados. Como siempre en el fútbol.
Hace 5 horas
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