MERECIÓ GANARLO, Y SE SALVÓ DE PERDERLO

Hizo mejor las cosas, sembró méritos para ganarlo pero no pudo hacerlo porque se nubló ante el arquero de Acassuso y debió conformarse con el empate. Sobre el final casi lo pierde y por eso el punto termina valorándose a media, pero valorándose al fin. San Carlos jugó un buen partido ante uno de los equipo más duros de la categoría y del historial. Contra Acassuso siempre es un partido especial, y esta no fue la excepción. Por más que hayan terminado cero a cero, y que en la cabeza de los villeros, permanezcan las imágenes de los goles perdidos.
El destino, las marcas, los partidos con una connotación fuerte de historias son ciertos. En el fútbol nunca debe subestimarse las señales que entregan la historia, y la historia existente entre Villa San Carlos y Acassuso son una prueba más de ello. Complicado explicar de otra manera como en la tarde de lunes y sol, San Carlos no pudo quebrar el arco de Rhul, el arquero de un rival rústico e inexpugnable. Complicado porque el pájaro Miranda no suele fallar contra otros equipos lo que falló ante este. Y porque de otra forma no se entiende que Leandro Madrid, ese excelente volante con el que cuenta el Celeste, no haya rematado de primera en un centro atrás que lo encontró adentro del área chica, de manera inmejorable.
Sin dudas. Estos dos equipos juegan un partido especial, se notaba en las tribunas con hinchas de San Carlos que le dedicaron cantitos explícitos al rival, y se notaba en la cancha donde se metía en cada rincón arriesgando hasta el límite y exponiendo el físico sin medir las consecuencias. Así se jugó principalmente el primer tiempo. Donde se cuidaron tanto tácticamente, y arriesgaron tan poco, que pareció un partido de ajedrez pergeñado por los técnicos. Apenas un remate de Musson que no entró de milagro para suso, apenas dos remates desviados de Miranda y Camposano para La Villa. Lo demás, marca, ocupación de los espacios en función de no dejar huecos, y destrucción; mucha destrucción.
El segundo tiempo tuvo muchas emociones, pero ninguna termino en gol, por la tarde estaba signada para terminar cero a cero. El solo repaso de las jugadas de gol que perdió Villa San Carlos lo demuestran. Una más inmejorable que la otra. Las más notables? Primero una de Madrid que remata al primer palo y pega en la base del mismo. Luego una del pájaro que hace pasar de largo a un defensor y Ruhl se la saca en el mismísimo ángulo.
Otra de Miranda que en vez de rematar ante el arquero le cede el pase a Camposano y diluye el peligro. Y más allá de un par más, de parecido calibre, la más insólita…Trepada escalonada del medio a la derecha con toque y circulación perfectos, desborde de Miranda con centro atrás “de la muerte incluido”. “Es gol, tiene que ser gol” se cruza en todos y cada uno de los pensamientos de la gente. Pero Leandro Madrid duda un instante, y la duda lo hace errar un gol imposible. De esos que a la noche no permiten dormir. ¿Qué pasó? Sencillamente la quiso parar cuando no era necesario.
Después de los goles desperdiciados, la famosa preocupación. ¿Y si ahora lo pierde? Y Acassuso, que es especialista en eso de hacer de un poco mucho, lo empezó a preocupar, con contragolpes cada vez más inteligentes. Pero los contragolpes morían una y otra vez en un hombre que regó la cancha con categoría y elegancia: Federico Slezack. El central, sobreviviente de mil averíos de una defensa diezmada, tuvo una tarde perfecta. Transformando cada ataque de Acassuso en un corte tiempista, férreo y preciso. Y transformando cada corte en una salida elegante, sobria, digna de los elogios más caros.
Por él, y por el despliegue de Sommariva, y la versatilidad de Mariano Rotondo para jugar donde le digan, La Villa no pasó más sobresaltos ante el buen manejo y la inteligencia de los volantes del elenco visitante. Aunque si debió rezar para que un remate de media distancia termine en el palo, y para que Hansen eligiera poner la mano y no la cabeza en el gol anulado por el muy mal árbitro que es Etchenique.
El balance para San Carlos de todas formas es bueno. En el punto conseguido porque Acassuso es de esos equipo que aunque se merezca ganarle, se suele perder. Y en el rendimiento porque en el segundo tiempo, La Villa no solo tuvo la valentía de ir a buscarlo y arriesgar. Sino porque por momentos lo hizo con buen fútbol. Abriendo la cancha y priorizando la circulación del balón para enhebrar a una defensa muy difícil, como la que tuvo enfrente. Solo le faltó el gol enfrente. Y casi lo recibe en el propio. Hubiera sido una gran injusticia, para el equipo que más quiso jugar y ganar de los dos.
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