SAN CARLOS, CON H DE HAZAÑA...

Como en los viejos tiempos. Villa San Carlos jugó y ganó un partido con forma de hazaña con los argumentos y la hombría de aquel equipo que ascendió, y de aquel que en la primera ronda se plantó en la B Metropolitana. La conciencia y la convicción de este grupo necesitaban un partido así. Lleno de temperamento y de orgullo, se alzó con una victoria contra Social Español que tiene ribetes heroicos. Por los 2 jugadores menos, por Lamolina, y por haber regado la histórica cancha de Español con el sudor que quieren los hinchas. A lo San Carlos.
“Lo único bueno que hizo Lamolina fue marcar el final del partido” gritaban en el rincón del estadio donde la maltratada comitiva villera se sacaba la angustia de noventa minutos infartantes. “En el segundo tiempo casi me descompongo, yo no sé si San Carlos molesta en la divisional o que, pero lo de Lamolina hoy fue insólito, nos amonestó 8 jugadores, nos echó 2 y nos arrinconó contra Volpe” Las palabras pertenecen a Alejo Colombo, el presidente que tuvo por un partido de fútbol que se pareció mucho a un campo de batalla, cerca de infartarse. Como casi todos.
Había sido tan malo el comienzo del año, que cada pelota que llegaba con forma de centro al área de Víctor Volpe aterrorizaba. Sin embargo, esta vez la ubicación e inteligencia de Nacho Oroná para estar concentrado y certero, fue la rueda de auxilio que el arquero y Fede Slezack tuvieron de aliados para sentirse confiados. En su calidad se explica mucho de la solidez defensiva que tuvo el equipo en el segundo tiempo, cuando las expulsiones del pollo Raverta y el vasco Ochandorena vistieron heroicamente la actuación del Celeste de Berisso.
Claro que lo de Oroná no fue excepcional, después de él hubo un concierto de jugadores que esta vez si estuvieron metidos concientes de la situación y lo que había en juego. Con el rearmado del mediocampo a favor de la inclusión de ese muy buen jugador que es Sarati, Sommariva y Rotondo debieron desdoblarse en las coberturas. En el primer tiempo no lo hicieron del todo bien, ya que a sus espaldas jugaron por momentos los volantes de Español y sobre todo Soriano llegaba de cara a los defensores con espacios. En el complemento la propia inferioridad numérica los obligó a replegarse; y allí se vio lo mejor de ellos y de un equipo solidario, al servicio del bien común.
De todas formas, Sommariva, que estuvo a punto de perder la titularidad, levantó su nivel porque volvió a la receta más sencilla y efectiva para un cinco, robar y jugar a uno, o como máximo dos toques. Gonzalo Raverta (su único error le costó la expulsión a Ochandorena) también se lució en ese segundo tiempo. De lateral y con mayor panorama encabezó algunos contragolpes que Camposano, voluntarioso pero errático, no supo resolver ante las carencias defensivas de Español.
El otro caso digno de elogios fue el del pájaro Miranda. El delantero, comprendiendo las circunstancias del partido, se puso el overol y se disfrazó como nunca de primer defensor. Corrió y se esforzó al límite en pos del equipo que lo necesitaba en esta versión trabajadora. Eso si, no pudo con su genio e hizo “una de las suyas”; la forma en la que pateó el penal (picándola) cuando terminaba el primer tiempo y tras quedar con uno menos, es propia de un jugador como él, fiel a un estilo lujoso y arriesgado al límite.
Antes y después de ese penal que Lamolina cobró porque no le quedaba otra tras el papelón que Sarati le hizo pasar a Morquio, el árbitro del encuentro fue lamentable. Casi todas las divididas eran para Español, y casi todos los foules de los jugadores de San Carlos eran sancionados con amarilla. Así llegaron las expulsiones, injustas no desde las segundas amonestaciones, sino desde las discutibles y condicionantes primeras amarillas. Lamolina, y sus asistentes jamás midieron las acciones con la misma vara. Sencillamente porque es demasiado evidente que la vara de Español en la divisional es más poderosa y pesada que la de Villa San Carlos.
Contra esto, y contra los antecedentes remó el equipo para llevarse los 3 puntos a Berisso. Contra esto deberá luchar cada vez que quiera ganar en la B Metro. Quedó muy claro en el Bajo Flores.
Así ganó San Carlos, Contra todo y contra todos. Con algunos errores marcados en el lapso de juego que continuó al gol de Camposano y duró hasta el de Miranda (empate de Milan mediante). Con el temperamento y la identidad de sacrificios recuperadas. Como si la adversidad lo hubiese templado. Como si la adversidad le sentara bien para estimular ese espíritu rebelde que parecía haber perdido. Lo ganó con mucha “H”, como siempre piden los hinchas. Con H de hazaña, de honor y de hombría . Con H de hérores…
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