En el último partido del año Villa San Carlos perdió ante Colegiales de manera justa. Después de un primer tiempo parejo, pero con predominio en situaciones de riesgo para La Villa , los de Enrique perdieron el control en el segundo tiempo y tras arrancar perdiendo jamás pudieron recuperarse. La derrota molesta por el mal rendimiento; pero esta vez la emoción por la despedida oficial de Leandro Martín fue la gran nota de la tarde.
Leandro Martini se despidió de manera oficial con la camiseta de Villa San Carlos. Cuando un hecho tan grande sucede, termina superando hasta el protagonismo del partido y del resultado. Claro que la despedida, la verdadera despedida del más emblemático jugador que se haya puesto la Celeste será el sábado que viene, desde las 16:00 hs, en un Genacio Sálice que se vestirá de gala para rendirle los más grandes honores.
La de este sábado, estuvo envuelta en el fastidio de un resultado adverso y una lluvia torrencial que no impidió que los estoicos hinchas que se quedaron lo ovacionaran hasta hacerlo llorar, mientras iba en andas de Fede Slezack. Es que antes, Villa San Carlos había perdido un encuentro repleto de acciones desordenadas, donde jugó más por amor propio que por ideas.
Ya en el primer tiempo había dejado en claro que el sistema ofensivo volvería a defeccionar. En primer lugar porque la insistencia en ataque de José Luis Pelanda ya fastidia no solo a los hinchas (comenzaron a insultarlo), sino a los propios compañeros, que lamentan no poder confiar en su participación, como carta de ataque. Claro que los problemas no empezaron y terminaron en Pelanda. También fallaron los encargados de conducir. Algo imprecisos, y con alteraciones de buenos y malos pases, Peluso y Oroná no tuvieron una tarde feliz.
De esa forma, sin salidas con pelota limpia y con Pasquale resignado a luchar solo arriba, el balón fue para San Carlos un elemento difícil posesión. Colegiales manejó las acciones en gran parte de esa etapa con Cisneros y todos los volantes de un equipo mejor distribuido en el terreno y con mayor aplomo para jugar. Sin embargo y pese a todo, San Carlos tuvo más chances que su rival de convertir goles.
Las más claras fueron dos cabezazos a quemarropa de Pasquale y Córdoba que el golero tapó magistralmente.
El Cele se repetía por la derecha a través de los que hasta allí mostraban el camino; Martín Ortiz, Gonzalo Raverta y Fernando Pasquale. Cuando en el segundo tiempo, y después del gol de Colegiales, ellos 3 también bajaron su nivel, el equipo decididamente quedó a expensas de un segundo gol del tricolor que no llegó gracias a las salvadas estupendas de Víctor Volpe.
Había llegado el tiempo del pelotazo frontal y desesperado que a través de un rebote le de un empate providencial. Solo otra vez, el buen ingreso del pibe Barceló creó alguna aspiración de juego. No tanto por su contacto con la pelota, sino por el aire que sus corridas le dieron como posibles destinos de pases a sus compañeros. De todas formas ya la derrota parecía sentenciada. San carlos estaba demasiado descontrolado y nervioso como para esperar otra cosa.
La desorganización táctica en realidad había nacido con el segundo tiempo, pero se acentuó con la derrota parcial, y terminó de gestarse en los minutos finales.
Perdió La Villa. Por primera vez como local desde su vuelta a Berisso. Lo hizo jugando mal, en una tarde en la que sin embargo, la peor noticia, fue la despedida oficial de Leandro Martini, el prócer futbolístico que este club, tendrá por siempre.
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