EL ALMA DE SAN CARLOS, ESTÁ DE FIESTA

A San Carlos le sobran motivos para ser feliz. El club crece, su equipo de fútbol no para de ganar y de superarse a si mismo, y ya dejó hace rato de ser un extraño en la divisional, para transformarse en un protagonista de la misma. Esta vez la víctima fue Flandria, que pasó por Berisso y se volvió a Jaúregui con un indiscutible 0-2. Tercera victoria consecutiva. Quintos en la tabla. La gente acompaña exultante.Los jugadores siempre responden. La vida les sonríe.

La noche del jueves, parte de esa hinchada que copó el Genacio Sálice, había hecho algo inusual. Juntaron sus banderas, calentaron gargantas, y emprendieron el viaje desconocido a Chascomús, para alentar al básquet de Primera, que los necesitaba como nunca.
"Porque los jugadores, me van a demostrar, que salen a ganar, quieren salir campeón, que lo llevan adentro, como lo llevo yo"! Jugadores e hinchas se trenzaron en un abrazo en el final feliz de la noche de Chascomús. Pero además sellaron una comunión. Los colores de San Carlos por encima de todo.

El jueves los del básquet. El viernes los del fútbol hicieron lo mismo. Lo que en realidad los llevó a este glorioso presente. El mismo sentido de pertenencia, el mismo amor por los colores. Un sello distintivo de este club en tiempos de individualismos. Un sello que marca difrencias adentro de las canchas, desde hace ya mucho tiempo.

Los que ya vienen de hace años en el club, les enseñan el camino y se lo contagian a los de afuera, que enseguida se sienten parte del mismo sentimiento. Ahi está el secreto, de este maravilloso presente. Adentro del club y de la cancha, todos unidos por los colores. Afuera, después siempre hay tiempo para zanjar diferencias.

El partido?La victoria  no dejó dudas. Con otra actuación convincente de todas sus líneas, en especial de los puntas, lo ganó de punta a punta.

El gran mérito estuvo en que La Villa salió decidido a buscar los tres puntos. Tuvo la pelota casi siempre y dispuso de tres chances claras para abrir la cuenta, pero recién en la siguiente oportunidad, consiguió quebrar el cero. Centro perfecto de Agustín Domenez desde la izquierda, y cabezazo impecable de Fernando Pasquale para poner la pelota lejos del alcance de Gagliardo.

A partir de allí, fue todo de San Carlos, que manejó los hilos del partido gracias al aporte de Avalo Piebrabuena, Melillo y el liderazgo de Aguimcer en el fondo.

Sin embargo la gran diferencia en el partido estuvo en la calidad y la eficacia de los puntas. Tanto Fernando Pasquale como Antonio Rojano estuvieron intratables y terminaron siendo un verdadero dolor de cabeza para la defensa del equipo de Jáuregui.

En el complemento, la Villa volvió a repetir a su libreto, aunque la visita se adelantó algunos metros. Intentó abrir espacios por los laterales, pero sus insinuaciones no pudieron lastimar.
El Cele, con inteligencia y capacidad, fue justificando lentamente la victoria, hasta que a los 21 minutos, Antonio Rojano, recibió un pase largo de Ezequiel Aguimcer, la mató de pecho y de bolea la clavó en el arco. Golazo espectacular para cerrar la tarde y el partido.

Pudo haber hecho el tercero y florearse. Pero a la fiesta desatada por los hinchas ya nada iba a importarle. Los jugadores, una vez más, le habían regalado una nueva alegría para la colección. Un nuevo triunfo, el tercero en serie, había llegado y la comunión perfecta entre hinchas y jugadores seguía creciendo.

"Porque los jugadores, me van a demostrar...que lo llevan adentro, como lo llevo yo". La canción es vieja. Como el sentimiento que los une. Pero este asombroso San Carlos, la renueva interminablemente cada año. Como en este dulce noviembre que viven.  Como la película. Pero en la realidad.