CAMBIO A LA DERROTA

Después de la muy buena actuación ante Almagro, y de los dos triunfos iniciales, nada hacía imaginar que un solo cambio, el de Duarte por Mariano Fernández, le podía traer tantos problemas, y una derrota por 2 a 0 ante Temperley. El equipo jugó mal en general, pero la llave del partido se abrió en la primera media hora, por la habilidad de Nacho Fernández, gran figura del gasolero, y la notable vulnerabilidad del flanco derecho de la villa, cubierto fragilmente por Silvio Duarte.

"En esta categoría, si das ventajas, no te perdonan", suelen decir la mayoría de los entrenadores. Pues San Carlos se dio ese lujo. Cuando todos daban por hecho que Mariano Celasco, de buen rendimiento, iba a reemplazar a Guty Fernandez (inclusive en la planilla del sector de prensa pusieron a Celasco), apareció en la cancha la figura de Silvio Duarte. No pasaron 5 minutos de partido y Rubén Aguero habrá detectado el error. Por su banda el equipo fue un enorme agujero por el que pasó infinidad de veces Nacho Fernández y Souto, los mejores jugadores del gasolero.

En evidente desventaja física y futbolística, Duarte debió ser auxiliado una y otra vez por Gonzalo Raverta (a quien amonestaron por cubrirlo cuando no pudo volver), Fede Slezack, Melillo y hasta Ezequiel Aguimcer, quien a sus espaldas debió cubrirlo más de una vez. Pocas veces un escenario táctico quedó tan facilmente hallanado para un entrenador inteligente como el chaucha Bianco. Para Temperley era cuestión de ir al fondo y llegar a gusto y placer.

En una de esas corridas llegó una nueva infracción cerca del área, el centro, el cabezazo que Volpe tapó pero no desvió, y el otro cabezazo sobre la raya de Martínez. Temperley se ponía 1 a 0 y San Carlos debía hacer lo que más le cuesta. Revertir un marcador de visitante, sin creadores de fútbol, y con los volantes más preocupados por frenar el vendaval de los locales que por construir una reacción.

Con el equipo destinado por decisión estratégica a marcar, Avalo Piedrabuena, los Raverta, Aguimcer y Fede Slezack se desvivieron por equilibrar lo que era contramano. Rojano y Pasquale quedaron cautivos de la impotencia y la falta de juego, y el resto entraron en las generales de la ley de la imprecisión.
Lejos de aquel circuito elogiado ante Almagro, esta vez la confianza quedó debilitada desde el comienzo desfavorable que tuvo su raíz en el error inicial apuntado.

Con ese panorama nunca estuvo cerca de empatarlo, al punto de que no contabilizamos ni siquiera una opción de gol clara, y si una cantidad importante de centros desprolijos, y avances tan impetuosos como improductivos.

Lo peor entonces, no fue el mal partido jugado, ni siquiera la derrota. Lo peor fue que ambas cuestiones fueron generadas por una decisión propia y desacertada; la de exponer a Duarte. No solo haciéndolo jugar donde notablemente no puede, sino también haciendo malabares para no sacarlo cuando su cambio era cantado.

Porque volvió salir Gonzalo Raverta (alquilado), pasó Federico Slezack como lateral (cuando en el plantel hay dos laterales naturales como Celasco y Ochandorena); y después el mismo Federico se indignó cuando salió para que entre Celasco (o para que no salga Duarte). El nerviosismo se notaba en la cara de los jugadores. En el fastidio del pollo Raverta reboleando una botellita, en el de Slezack, en el de Pasquale cuando debió salir para que ingrese Diego Armando Mack... y hasta en el de Sarati que ingresó de carrilero, cuando el zurdo Domenez pasó a jugar por derecha.

A no confundirse. La campaña de San Carlos es excelente. Y perder se puede perder contra cualquiera en un torneo de equipo durísimos. El fastidio vino por una decisión que previsiblemente estaba destinada a terminar mal. Habrá que reveerla. Obligatoriamente. Nadie puede olvidar que este plantel hizo y hace historia por priorizar el conjunto, antes que por salvar cabezas individualmente.
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