DURMIENDO CON EL ENEMIGO

Perdió un partido con tintes insólitos. Dos goles en contra y unas cataratas de pifias dignas de un programa especial de bloopers. Todo el vigor y el entusiasmo que los de arriba pusieron para ponerse en ventaja primero y para empatarlo después, fue derrumbado por la propia defensa de Cambaceres que se transformó en la mejor carta de ataque de un anárquico Barracas Central. Con esta dolorosa derrota quedó confirmado que en el rojo conviven dos equipos en uno. Tenían que pasar cosas tan raras como las que sucedieron para que Barracas vuelva a ganar en Ensenada después de 27 años. Y vaya si pasaron. Dos goles en contra de la propia valla no son hechos comunes. Aunque si contabilizamos la cantidad de pifias acumuladas durante un mismo partido por varios jugadores de Cambaceres (pero sobre todo por Cardozo), pasa a ser algo un poco más previsible. Hace mucho que venimos diciendo que en Cambaceres conviven dos equipos en uno. El primero es el de los elogios, por la ebulición ofensiva permanente que contagian los Jaime, los Yañiz, los Casanova o los Gamberini, entre otros, a la hora de correr con o sin pelota hasta el ´más extremo ´límite físico. Allí Cambaceres le saca ventajas a los rivales, cuando estos merman en sus rendimientos o cuando se empiezan a confiar. Entonces, como lo dijimos hace poco, cuando los rivales se relajan, el Rojo suele dormirlos. En parte no fue la excepción en este cotejo ante Barracas, donde en el final del primer tiempo lo fue acorralando hasta convertir un golazo. Con una corrida monumental de Gamberini por derecha que tras el centro de Di Biassi terminó en la cabeza certera del goleador Jaime. O como en esos 10 minutos previos al golazo de Casanova (enganche de afuera hacia adentro con tremenda definición), se expuso a la goleada pero llegó al empate a puro orgullo. Pero. Siempre hay un pero. Y en realidad ya lo había habido ante Cañuelas, como lo habíamos remarcado. Solo que aquella vez las miserias futbolísticas del rival permitieron la recuperación. Y esta vez no. Porque más allá de los goles en contra, (a los que los protagonistas describen como infortunio a veces son carencias técnicas), el Camionero le creó en todo el partido no menos de 8 situaciones de gol demasiado claras. Es cierto que la mayoría de las veces lo hizo después del ingreso de Lezcano, que por derecha se hizo un festín. Pero ya en el primer tiempo Cisneros y Distéfano le habían visto la cara muy de cerca a Lacerre. Tratando de ser prudentes con los juzgamientos individuales, solo podemos decir que la actuación del sistema defensivo de Camba en el segundo tiempo fue pésimo. Y que a partir de la salida de Cecatto (creemos que por cansancio) se agudizó. Lo cierto es que esta vez los explosivos ingresos de yañiz y Casanova no alcanzaron a encubrir tanta falta de coordinación. Y cuando parecía que Barracas se esfumaba en sus fragmentaciones, fue el propio Cambaceres, el que, a puro error, lo agrandó. Entonces aparecieron los espacios para las contras, las estocadas de Caceres Silva, los desbordes de Lezcano y Cisneros, un toque de oportunismo de Manzini, y los mentados bloopers que desinflan cualquier moral. La gente, que copó el estadio y alentó hasta el cansancio, de repente quedó estupefacta por tanto baldazo frío. Los jugadores se miraban entre ellos y no lo podían creer. El camino es largo y el objetivo está al alcance. Pero habrá que buscarle una solución al problema defensivo. Gesualdo no está por licencia, y del único refuerzo que se trajo, Aguilar, no hay muchas certezas. Pero algo habrá que hacer...además de echarle la culpa a la mala suerte...
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