GOLPEANDO LAS PUERTAS DEL CIELO

En una escalada sin fin tanbién le ganó a Jota Jota con guapeza y fútbol. San Carlos continua su luna de miel con la vida. Está pletórico, feliz, pleno. Vive cada minuto de su existencia con la seguridad de saber que cada paso que da, cada triunfo que consigue es una página dorada para su historia. Como esta victoria ante el escolta, en la casa del escolta, que quería bajarlo a cualquier precio. Y pagó el precio de la derrota. San Carlos continua su luna de miel con la vida. Y golpeando las puertas del cielo. Allá atrás del arco donde no pueden ir hinchas visitantes pero hay más de un infiltrado, los padres de tres jugadores se cuelgan del alambrado y le dan rienda suelta a uno de los momentos más felices de sus vidas. En esa misma tribuna, un viejito seguidor con sus setenta años a cuestas no para de llorar como un chico: "es que lo quiero mucho al club, como no me voy a poner así", explica como si tuviera que justificar sus lágrimas. Los jugadores, exhaustos pero orgullosos, eufóricos pero respetuosos del rival vencido, esperan para que la policía calme los ánimos exacerbados contra el árbitro Velarde y puedan salir de la cancha a festejar al vestuario. Facundo Besada prepara las palabras con las que va a calmar los micrófonos instigadores de declaraciones fuertes: "el objetivo es ganarle a Lamadrid". El gallo Daher, en el colmo de la prudencia dice: "hoy clasificamos al reducido". Así es este San Carlos ganador y puntero. Cada cual cumple su rol, y cada rol se complementa hasta formar un conjunto de voluntades que están logrando este milagro... El partido, o la final, como todos la habían anunciado, tuvo todos los condimentos esperados. Polémicas con un árbitro que se presta a eso. Alternativas cambiantes, con un primer tiempo en el que San Carlos, aun gozando de la ventaja de un jugador más por la tonta expulsión de Toledo (cayó en la trampa del pollo Raverta y le propinó un codazo); no se sintió demasiado cómodo. Sobre todo en los últimos minutos donde Urquiza lo acorraló a base de presión y la imparable actuación de Avila, su carrilero derecho. Antes de esos últimos 15 minutos San Carlos había abusado del pelotazo, pero en dos buenas acciones colectivas tuvo en Gonzalo Raverta las posibilidades de convertir. En una Arzamendia le sacó al ángulo el remate bombeado, en la otra, el volante definió defectuosamente. Pero J.J tuvo tres muy claras, una de Toledo antes de ser expulsado que perdió cais con el arco libre, otra de Batarás por arriba, y un mano a mano tapado a Ruiz. El primer tiempo terminaba con sabor a preocupación, más por el rendimiento que por el resultado. Sin embargo La Villa salió en el segundo a jugar de otra manera. Mucho más concentrado, mucho más convencido. De pronto, el pollo Raverta que en el primer tiempo parecía ser uno de los pocos que jugaba una final, se sintió acompañado en su lucha y el contagio trajo sus frutos. A los 3 minutos Madrid que pasó de ser el peor del equipo al mejor por lejos, dejó un surco por la izquierda tras un corte de Slezack, tiró un centro con rosca, y el eterno Lea Martini metió una palomita que hizo estremecer a Berisso. San Carlos por fin decía presente en la tarde caliente de Loma Hermosa. Caliente porque la gente del local sabía que era "ahora o nunca", y porque Velarde, con sus sanciones, los calentaba aun más. Es por eso que Kaesuk y Greco tenían vía libre para pegarle al pájaro Miranda al límite de lo grosero. Pero San Carlos respondió con inteligencia. Se concentró en el juego y no en la lucha, y sacó ventajas a través de usar los espacios libres que la despesperación de Urquiza, y los raros cambios de Zamacolla le permitieron. Entonces Leandro Madrid jugó un partido fenomenal, levantando el volumen de juego de todo el equipo, contagiando juego y fabricando un contragolpe tras otro. En una de esas contras, armó una jugada monumental que terminó con el pájaro Miranda empujandola. Era el certificado de victoria sellada que también descansaba en la conmovedora defensa villera a la que uno ya no sabe de que manera elogiar. En ellos se fundan los cimientos de esta fabulosa campaña que está tan cerca de coronarse con el ascenso.Pero no solo en ellos,también en los que entran y se ponen el overol en pos del bien común; o sea de San Carlos. Y en los que no entran y festejan como si hubiesen jugado. "Si le ganamos a J.J Urquiza hablamos de otra cosa" decían en el cuerpo técnico villero antes del partido. Pero le ganaron 2 a 0 y siguen hablando igual. Se entiende, si la fórmula para alcanzar la cima fue esta para que cambiar? Llegaron en silencio y quieren mantenerse igual. Los ruidos, la locura, el éxtasis, todavía se lo dejan para la gente, que allá en Berisso anda desatando un verdadero carnaval. En el plantel por ahora lo único que se escuchan, son unos golpecitos suaves, respetuosos. Están golpeando las puertas del cielo... aunque no quieran que se entere nadie.
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