SAN CARLOS, EN SU HORA MAS GLORIOSA

Nunca tan grande. Nunca tan glorioso...Villa San Carlos campeón 2009 de la Primera C, y justo frente a Cambaceres. En el clásico más importante de la historia, empataron 1 a 1 y por el gol de Rodrigo Salinas La Villa ascendió a la Primera B Metropolitana. Dio una vuelta olímpica inolvidable para los 14 mil hinchas que pudieron estar en la cancha de Gimnasia. Venga. Anímese a vivir la historia de este grupo de jugadores que le regaló la alegría más grande de sus vidas, a un pueblo tan sufrido como ellos... Ya sé. Ya me lo dijo. Es solo fútbol. Pero como hago para creerle si veo tanta gente llorando? O no lo ve a Salinas que parece un nene extraviado sin saber a quien más abrazar y dedicarle tanta emoción? Me sigue diciendo que es solo fútbol... Pero yo bajo mi mirada a la platea y hay gente grande, de esas que ya perdieron demasiadas cosas como para volver a emocionarse, y se abrazan y lloran juntos. La euforia no entra en el cuerpo, la angustia desahogada no cabe en el alma. "Es que somos muy sufridos" me dice un hincha. "Es que somos muy sufridos" me dice un jugador. Y les creo. Este Villa San Carlos, fiel exponente de la cuna de inmigrantes que le dio vida a Berisso hace más de un siglo, tiene las mismas raices que la ciudad a la que representa. Este equipo que acaba de salir campeón, también. La gente parece que está loca. Un manicomio ambulante invadió por un rato el bosque de La Plata para escribir con sus sentimientos la grandeza de un día único, irrepetible. ¡San Carlos campeón! Y parecen querer decirlo cuantas veces sean necesarias para poder creerlo. Fueron tantos años de angustias, y de dolores ocultos, que no se entiende muy bien como es esto de ser feliz sin tener que pedirle permiso a nadie. Un rato antes, sus nuevos héroes vestidos de celeste, les habían hecho tocar el cielo con las manos... "Cele sabés lo que siento desde muy chiquito". Salió La Villa a la cancha y miles de almas lo recibieron con un colorido y un griterío impactante. Hay que alentar, señor. Pero también hay que sacarse los nervios, que enfrente está Cambaceres, para jugarse la vida. Por eso los primeros minutos fueron de pura tensión y músculos rígidos. Hasta que a los 11 minutos llegó esa guapeada del "pájaro" Miranda, y la definición de Salinas, para la explosión de locura y gol. Y a abrazarce con el primero que ande cerca. "Siempre yo dije que por vos me iba a morir" Y casi se mueren de verdad. Cuando Miguelito López, ese gran jugador que tiene Cambaceres, transformado en verdugo de San Carlos, sacó un remate formidable, y paralizó los corazones por un rato. Hasta que Yañiz se perdió solito el segundo, y hasta que el equipo recuperó su orden y su calma. "Hoy han pasado los años y digo lo mismo, San Carlos querido, yo te vengo a ver" Ver sin querer mirar. Cada instante parecía el último. La mente, el alma, el cuerpo. El gesto fiero y la pierna fuerte rumbo a la pelota de acero que se buscaba como un tesoro. La Villa y el Camba dejaron la vida en este espectáculo maravilloso que nos brindaron. No por fútbol, sino por coraje y entrega. Porque así debían jugar. Porque así jugaron. "Y aunque me muera, en el cielo, yo te alentaré" Había que gritar para cruzar la fatídica frontera de los últimos minutos. Porque Camba se venía como podía, pero se venía. ¡"Terminalo Velarde"! Es que el final del partido parecía, como parece todo en esos momentos, la división entre el cielo o el infierno. Y no había ninguna exageración en ese sentir de los hinchas. "Cele te vengo a ver de la cabeza, te llevo en mis venas, te llevo en mi piel"! Lunes 18 de Mayo de 2009. 17: 25 hs. Fernando Velarde finaliza el partido. Un derrame de emociones incontenibles se precipita en el césped de la vieja cancha de Gimnasia. Algunos jugadores corren descontrolados buscando abrazarse con la felicidad. Otros se arrodillan en donde están, exhaustos, temblando de emoción. Todos lloran. Como los hinchas allá arriba. San Carlos campeón. Por fin, campeón. El humilde y querido San Carlos va a jugar en la B Metropolitana. No se puede creer... Un pibe que todavía no entiende mucho lo que pasa, apenas ve por sobre su gorrito celeste y blanco la emoción de su abuelo que le aprieta bien fuerte sus manos. Es un abuelo italiano que le promete a su nieto para después un paseo inovidable. Pero sin darse cuenta se toma el 202 y se baja en la sede del club a esperar a sus héroes. Era uno de los miles de villeros que, como movidos por un extraño exorcismo emprendieron una caravana a su templo. Los comercios que habían cerrado temprano volvieron a abir para colgar la bandera de San Carlos campeón. Los que faltaron al trabajo se reían de las excusas inventadas entre los festejos. En la cancha, todavía un pueblo gritaba feliz. Y en las calles de Berisso, y en sus barrios olvidados una multitud se preparaba para una fiesta. Cientos de niños vestidos con el traje heredado de la pobreza buscaron la única pelota de cuero para rendirles un homenaje a sus héroes de verdad, con los que conviven todos los días. Para ellos no hay Riquelmes ni Gallardos. Porque "más bueno son el Lea y el Pollo". Con la noche, las calles de Berisso atestadas de gente recibieron en un camión de bomberos a sus ídolos sin pies de barro. Las viejas casas de chapa, y las nuevas, se empastaron de celeste y blanco. Por un rato se juntaron el rico y el pobre. El niño y el viejo. Como hace 134 años, cuando un singular crisol de razas le dio vida a Berisso. Allí estaban los jugadores entre los hinchas. Envueltos en un sentimiento que solo se entiende desde el alma. "Tratando de no dormirse nunca para no despertar de este maravilloso sueño" Justo ellos, que de tantas injusticias alguna vez la vida les pareció una pesadilla. Justo ellos, que aprendieron tanto del sufrimiento. Hoy gozan como nadie. Y saben que quedaron en la historia grande de verdad. En la historia de los corazones de los hinchas. Villa San Carlos salió campeón. Pasó un 18 de mayo de 2009. Y ya nadie podrá olvidarlo.
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