Pasan raras con el clima. Pleno diciembre y un frío de locos envuelve la región preparada para el verano. Pasan cosas raras en Cambaceres. En plena levantada aparece una derrota por 3 a 0, con una hinchada que estaba preparada para el festejo. Entre paralelos ilógicos, vivimos asombrados en el 12 de Octubre, como Fénix, con el manual de la eficacia bajo el brazo, le ganó 3 a 0 al Rojo, y lo hizo recular de nuevo.
“La actuación de Camba fue tan gris como la tarde, decía Gabriel de Charras por los micrófonos de Multicanal, antes de emprender su alucinante viaje como uno de los pocos cronistas platenses que estarán en el Mundial de Clubes. Y tenía razón. Camba jugó mal, y estuvo muy distante del que supo ser en las últimas 5 esperanzadoras jornadas. Jugó mal, pero tampoco para perder 3 a 0. ¿Y entonces? ¿Cómo perdió por esa diferencia?
Como siempre, el fútbol tiene muchas razones para explicar un desarrollo. Y acá hubo varias. La primera es el planteo estratégico de Fénix, que contradiciendo lo que la mayoría de los conjuntos hacen en Ensenada llegó con pretensiones diferentes. Se plantó en campo del Rojo, con volantes de oficio como Parra, Grana y Silva. Ellos más la calidad futbolística de Sanabria para moverse en la delantera, “plantaron una bandera” que Cambaceres nunca pudo desterrar.
La segunda causa fue de impericia propia. Ante la resistencia de Fénix, no hubo quien clarifique a partir del manejo. Y en esa cuestión estuvieron todos imprecisos. Desde Jones y Soria, hasta Manes y Pesoa. Este último, tuvo un gran despliegue táctico que hasta sirvió para contra-anticipar acciones de la gente de Fénix, pero luego resolvió mal por las mismas carencias de manejo.
Finalmente una tercera causa, reconocida por todos. La eficiencia de los de Pilar fue imposible de contrarrestar. Dos llegadas en la primera etapa y dos goles. El primero por una notable demarcación tras un córner cabeceado por Sanabria. El segundo una escapada a espaldas de Dell Orto del mismo Sanabria que terminó en centro para el gol solitario de Sánchez, que cerró la jugada con una muy buena diagonal. Tanta eficacia, al final iba a ser determinante en el desarrollo final del juego.
“La actuación de Camba fue tan gris como la tarde, decía Gabriel de Charras por los micrófonos de Multicanal, antes de emprender su alucinante viaje como uno de los pocos cronistas platenses que estarán en el Mundial de Clubes. Y tenía razón. Camba jugó mal, y estuvo muy distante del que supo ser en las últimas 5 esperanzadoras jornadas. Jugó mal, pero tampoco para perder 3 a 0. ¿Y entonces? ¿Cómo perdió por esa diferencia?
Como siempre, el fútbol tiene muchas razones para explicar un desarrollo. Y acá hubo varias. La primera es el planteo estratégico de Fénix, que contradiciendo lo que la mayoría de los conjuntos hacen en Ensenada llegó con pretensiones diferentes. Se plantó en campo del Rojo, con volantes de oficio como Parra, Grana y Silva. Ellos más la calidad futbolística de Sanabria para moverse en la delantera, “plantaron una bandera” que Cambaceres nunca pudo desterrar.
La segunda causa fue de impericia propia. Ante la resistencia de Fénix, no hubo quien clarifique a partir del manejo. Y en esa cuestión estuvieron todos imprecisos. Desde Jones y Soria, hasta Manes y Pesoa. Este último, tuvo un gran despliegue táctico que hasta sirvió para contra-anticipar acciones de la gente de Fénix, pero luego resolvió mal por las mismas carencias de manejo.
Finalmente una tercera causa, reconocida por todos. La eficiencia de los de Pilar fue imposible de contrarrestar. Dos llegadas en la primera etapa y dos goles. El primero por una notable demarcación tras un córner cabeceado por Sanabria. El segundo una escapada a espaldas de Dell Orto del mismo Sanabria que terminó en centro para el gol solitario de Sánchez, que cerró la jugada con una muy buena diagonal. Tanta eficacia, al final iba a ser determinante en el desarrollo final del juego.
Porque si con tranquilidad Camba no podía elaborar juego, bajo presión mucho menos.
Con el resultado en contra los errores en los pases se multiplicaron y las jugadas confeccionadas a mil por hora terminaron estranguladas en la defensa visitante, que bien plantada no sufrió demasiado. De todas formas, una sensación unánime recorrió a los presentes, la diferencia en el marcador fue mucha para las situaciones de gol de ambos. Porque Cambaceres, jugando mal y todo tuvo en el segundo tiempo no menos de 4 chances claras y no las pudo concretar.
Un remate de Násser cerquita del palo, otro de él mismo pifiado
cuando Catriel entraba solo a su izquierda, uno de Catriel que no sabemos como no entró, y la última de Diego Matías Jaime que Cardozo descolgó del ángulo.
Pero las pelotas que no entraban en el arco de Fénix, ingresaban todas en el de Zurlo, que en el epílogo del encuentro fue testigo de la calidad de Neuspiller para habilitar a Villagra, y de la precisión del también ingresado para definir cotejo por 3 de diferencia.
Esta vez no alcanzaron los cambios vertiginosos y osados de Borgarelli, que mandó a la cancha a Diego Oscar Jaime, a Catriel y al retornado Yañiz. Dejando una línea de 3, y un solo volante central para tener 3 delanteros y un enganche. Esta vez no iba a alcanzar nada porque el destino estaba juzgado.
Por impericias propias, por inteligencias ajenas, y porque la cuota necesaria de azar que otras veces tuvo de aliado, esta vez fue esquiva. Entre las causas también, hay una que para quien esto escribe puede ser decisiva. No estuvo Jesús Martínez, un verdadero motor que empuja a todo el equipo. Tal vez con el se perdía igual, nadie es imprescindible. Pero sin dudas que su presencia aporta un peso ineludible.
En el loco mundo de resultados del que parece estar echo este torneo para el equipo de Ensenada, se volvió a escribir una página desconcertante. No por el rendimiento, que no fue tan malo como para que se de tamaño resultado. Pero si por el score, imposible de anticipar por nadie. Un golpe duro, que no quita la ilusión, pero hace retroceder un par de pasos. Ojalá que solo sea para volver a tomar impulso.
Con el resultado en contra los errores en los pases se multiplicaron y las jugadas confeccionadas a mil por hora terminaron estranguladas en la defensa visitante, que bien plantada no sufrió demasiado. De todas formas, una sensación unánime recorrió a los presentes, la diferencia en el marcador fue mucha para las situaciones de gol de ambos. Porque Cambaceres, jugando mal y todo tuvo en el segundo tiempo no menos de 4 chances claras y no las pudo concretar.
Un remate de Násser cerquita del palo, otro de él mismo pifiado
cuando Catriel entraba solo a su izquierda, uno de Catriel que no sabemos como no entró, y la última de Diego Matías Jaime que Cardozo descolgó del ángulo.
Pero las pelotas que no entraban en el arco de Fénix, ingresaban todas en el de Zurlo, que en el epílogo del encuentro fue testigo de la calidad de Neuspiller para habilitar a Villagra, y de la precisión del también ingresado para definir cotejo por 3 de diferencia.
Esta vez no alcanzaron los cambios vertiginosos y osados de Borgarelli, que mandó a la cancha a Diego Oscar Jaime, a Catriel y al retornado Yañiz. Dejando una línea de 3, y un solo volante central para tener 3 delanteros y un enganche. Esta vez no iba a alcanzar nada porque el destino estaba juzgado.
Por impericias propias, por inteligencias ajenas, y porque la cuota necesaria de azar que otras veces tuvo de aliado, esta vez fue esquiva. Entre las causas también, hay una que para quien esto escribe puede ser decisiva. No estuvo Jesús Martínez, un verdadero motor que empuja a todo el equipo. Tal vez con el se perdía igual, nadie es imprescindible. Pero sin dudas que su presencia aporta un peso ineludible.
En el loco mundo de resultados del que parece estar echo este torneo para el equipo de Ensenada, se volvió a escribir una página desconcertante. No por el rendimiento, que no fue tan malo como para que se de tamaño resultado. Pero si por el score, imposible de anticipar por nadie. Un golpe duro, que no quita la ilusión, pero hace retroceder un par de pasos. Ojalá que solo sea para volver a tomar impulso.
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