UN GRUPO DE AMIGOS QUE AMA UNA CAMISETA

Son tan sencillos, tan humildes, que no pareciera que acabaran de salir campeones. Se mezclan entre los hinchas porque ellos también lo son. La gente los quiere idolatrar y ellos no se dejan. "Pájaro sos mi ídolo! Gracias por esta alegría!", le grita un fanático endemoniado entre los festejos. "Gracias a ustedes fiera, por habernos bancado tanto", le responde el bueno de Pablito Miranda. Dicen que se juega como se vive. Y este plantel de San Carlos que acaba de salir campeón fundamenta la idea. Afuera de la cancha, muchos de ellos son amigos. Amigos de la vida que traspasa los límites del fútbol. Por eso adentro se ayudan, son solidarios, priorizan el bien común por sobre el individual. Se juegan la vida por el compañero, igual que por ellos mismos.Lideres? No. Acá no hay líderes. A lo sumo referentes. Como Leandro Martini. Y referentes positivos. Porque cuando Dios sabe porque en la anterior etapa Pedrazzi se la agarró con el, Leandro nunca levantó la voz de grupo para que nadie se encolumne tras él y en contra del obsecamiento del técnico. Sus compañeros lo hicieron solos. Y a base de amor (que al fin si parece que fue mas fuerte que el odio), el tiempo acomodó las cosas. Leandro fue el capitán del equipo más grande de la historia justo en final de su carrera.O como el pollo Raverta, que en la cancha parece poseído de tanto que mete, pero afuera es uno de los iniciadores de cuanta cargada ande dando vueltas. Los otros referentes fueron Lavallén y Emiliano Córdoba. Fue tanta la serenidad que transmitieron por experiencia y sabiduría, que en los momentos de mayor tensión del torneo, funcionaron como un bálsamo para los nervios de los más inexpertos.Hay buena gente en este grupo. Alcanza con mirar como se tratan para darse cuenta. "Somos como una familia" dicen. Y no están muy lejos de la realidad. Basta con repasar la historia de los Raverta. Allá cuando por el 2005 el "pollo" le dijo a Don Goro si podía traer a su hermano Gonzalo. O cuando Emiliano Córdoba lo convenció a su primo Fede Slezack de que largue las banderas y los tablones y se vuelva a poner la pilcha de jugador.Los casos del vasquito Ochandorena y Rodrigo Salinas son parecidos. Se fueron y volvieron. Después de que alguien les diga "que estaban para tomar mate en la casa". Linda parábola. Ahora siguen tomando mate, pero en la utilería, con Carlitos Giglio y El Panda... de un San Carlos campéon.Distinta fue la historia de Javier Lavallén, que llegó lleno de pergaminos y en 6 meses logró lo que ningún otro arquero de la Villa había podido: llevarlo a la B. Otro record para el único jugador que ya dio dos vueltas olímpicas en la cancha del Lobo. Una en la recordada tarde del verano del 94 cuando el torneo Centenario hizo explotar al pueblo tripero. Y ahora esta, 15 años después, con el mismo olor a pueblo, pero villero. Detrás de él, esperó y aprendió respetuoso Spina, que en la primera ronda se había hecho cargo del fierro caliente que era el arco.Aunque nadie lo diga, de sanos que son nomás, para varios hay sabor a revancha. Como Madrid y Sommariva, que llegaron en enero y no pueden creer de lo que ellos mismos fueron capaces. O como Nacho Oroná y Avalo Piedrabuena, que casi se lo pierden, pero que volvieron justo a tiempo para poder contarlo. En ellos cuatro se simboliza la revancha por lo que Gimnasia y Estudiantes no supieron valorar. Aunque más no sea dándoles una oportunidad…Son tan sencillos, tan humildes, tan transparentes, que se niegan falsos estrellatos que distinguen titulares de suplentes. Por eso los de afuera luchan, sufren y festejan a la par de los de adentro. Por eso Mariano Rotondo, que se bancó la campaña por no descender y jugó la primera ronda casi entera, alienta sin egoísmos.Y alienta el pitu Medina, clave en algunos partidos. Y suma el flaco Ocampo, como armador de grupos. Y se emociona Oscar Alvarez, que hacía poco conocía el infierno del descenso con San Martín, y hoy descubre el cielo con La Villa. Más los que no jugaron nunca, o casi nunca. Fede Jiménez, Nahuel Martins, Rodrigo Benítez, Juan Cruz Gerez, Tagliabini, Vevenis, el pelado Durani. Maxi Randrup y “Lito” Noguera que se bancaron lesiones feas…Como en las películas con tramas oscuras, con personajes malvados, con un nudo angustiante y un desenlace de justicia, San Carlos salió campeón y los buenos triunfaron sobre el final.De un final de película. Pero con protagonistas sencillos. Sin estridencias ni vedetismos. Ya sin villanos pero con héroes. Los héroes de un equipo de barrio formado por amigos tan simples, que lo hacen todo más fácil.
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