En un partido que estaba destinado a pasar por agua, Cambaceres se reencontró con una victoria muy importante. Fue 1 a 0 ante Argentino de Merlo en un partido que tuvo de todo, menos buen fútbol. El Rojo lo ganó tras un blooper del arquero Ponce, aprovechado por Jésus Martínez, la figura, y Amilcar Rodríguez, autor de la conquista. Zurlo atajó su primer penal en primera, y Camba volvió a desperdiciar su tercer penal seguido. Pero ganó, y lo demás es anecdótico.
Lluvia, frío, dos penales desperdiciados. Una expulsión para cada uno (la de Diego Jaime es inadmisible), y un gol para el resumen de los bloopers que definió el partido. Todos estos condimentos tuvo la tarde loca en Merlo Norte, donde Cambaceres recuperó la alegría después de un partido lleno de peculiaridades. Ganó 1 a 0 en un encuentro que tuvo muchos más accidentes que acciones futbolísticas. En la tarde de los errores; Defensores tuvo uno menos y se llevó todo lo que había en juego.
Más allá de las imperfecciones, una conclusión asoma indiscutible, y ratifica algunas excusas tras la derrota con El Porvenir. Este equipo de Cambaceres con Martínez, Jaime y Jones difiere mucho del que jugó sin ellos. Tal vez no tanto desde el juego, que en definitiva en esta tormentosa tarde estuvo ausente, pero si desde la presencia, desde la autoridad, y desde la personalidad. A veces exagerada es cierto, como en tantas expulsiones que estos temperamentos generan. Pero siempre imprescindible, desde la actitud que los hace rebeldes ante tantas y tanta malaria.
Bastaba para aseverarlo ver como Jesús Martínez trababa, guapeaba y empujaba desde el fondo cuando la cortina de agua que acompañó el complemento no dejaba ver, ni permitía saber que hacer con la pelota. Bastaba con ver como Benavente se resguardaba en la presencia firme de Adrián Jones, líder por naturaleza. O en el mismo Diego Jaime, que le gritaba a Manes que piense las jugadas, que por traducción sería algo así como “tirámelas todas a mí”. Hasta que alguno se pasa de la raya como Jaime, y agrede a un rival cuando el equipo está ganando (cuando pierde también es rechazable), y el elogio muta por crítica.
Hay que hablar de caracteres, de formas de ser y de actitudes, porque el pobrísimo partido no dio para otra cosa. En el primer tiempo solo dos acciones emotivas; los dos penales. El de Camba indiscutible, con Martínez cabeceando al gol y Salvatierra sacándola con la mano en la raya del arco. Perfecto Carreras, expulsión y penal. Otra vez penal, desperdiciado por un tiro anunciado esta vez de Jaime, que contuvo Ponce.
El segundo penal del partido fue la típica y repudiable compensación. Carreras vio como con el viento la pelota se le frenó a Martínez y le pegó involuntariamente en el brazo, pero decidió cobrar penal. Amarilla fue tan previsible como Jaime, y Zurlo tuvo su momento de revancha y descarga emotiva.
El complemento iba a tener solo 15 minutos de juego.Los que duró sin lluvia. Y justo ahí llegó la torpeza de Ponce que sacó del arco y le reventó la espalda a un compañero, Martínez pateó al arco en el camino, la pelota salió hacia fuera y Amilcar Rodríguez corrigió el trayecto para que sea gol, por fin gol de Cambaceres.
Lo demás estuvo demás. Porque no se podía jugar, y menos con semejante lluvia. El Rojo se plantó firme en el fondo y aguantó ayudado por la liviandad de Argentino de Merlo. Era cuestión de que el tiempo pase, y la lluvia fue un buen aliado para las ambiciones de Camba.
En una tarde alocada y llena de anécdotas (el partido también empezó más tarde porque no le avisaron del cambio de horario al jefe del operativo policial), Cambaceres se benefició a si mismo y sacó un triunfo de la galera. Guapeó y ganó en un terreno difícil, pero fundamentalmente se dio aliento y estímulo a sí mismo. Para ganarle a Argentino, pero también para esperar al puntero Excursio. Volverá Náser, pero no estará Jaime, por culpa propia. A veces se nos hace inevitable pensar que hubiera sido de este equipo con un poco más de disciplina. Seguramente tendría más puntos, y menos cosas de las que lamentarse. Porque jugadores valientes tiene, lo que no hay que confundir es valentía con guapeza mal entendida. Y ante Argentino de Merlo, volvió a conjugar las dos versiones.
¡YA ESTÁ EN LA CASA!
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