POR AHORA, NO LEVANTA VUELO.

El partido, pobre desde donde se lo mire, no dejó conclusiones muy diferentes. Pero estas seis fechas ya jugadas sirven para un balance. Nadie habla de un comienzo de campeonato decepcionante, pero tampoco está a la altura de las expectativas. Hay un equipo en formación, es cierto, pero también algunas dudas acerca del potencial que todavía no explotó ni mucho menos. Este empate de actuación tibia en cero ante Lamadrid, solo acentuó una idea: por ahora, hay más preguntas que respuestas. 
Imaginar un partido de ida y vuelta, con acciones elaboradas, y emociones que deriven de un fútbol asociado, hubiese sido sencillamente un estricto acto de ingenuidad. Tomar semejante postura optimista en el paupérrimo escensario que presentó General Lamadrid, era poco menos que un acto de ignorancia. Por eso fuimos a Villa Devoto con la idea de que la carencia del escenario iría en desmedro del espectáculo; y lamentablemente no nos equivocamos.

Un partido ordinario, con la pelota maltratada por los escasos espacios y los recursos de reventarla ante la presión ineludible de rivales, matas y tierra dura. Un partido en el que Cambaceres tuvo un primer tiempo de leve superioridad y un complemento de leve retroceso ante la inercia ofensiva de Lamadrid. Un escenario y un ritmo de juego entreverado y cortado que no permiten demasiadas conclusiones. Porque la mentada solidez defensiva pareció más producto del facilismo con el que el partido y la cancha lo planteó. A favor de rechazar pelotazos frontales y absolutamente previsibles, los defensores de uno y otro equipo se hicieron un pic nic.

Sin embargo, y en ese marco, Cambaceres tuvo una dosis de inteligencia. Evitando esos estériles pelotazos, buscó jugar por las puntas, ensanchando una cancha que parecía imposible de agrandar. Pero que tuvo en Piru Násser al más astuto en esa percepción. De sus corridas y de la muy buena pegada de Julián Bidondo salieron las únicas jugadas de peligro para el Rojo. Y de un remate sobre el final de Daniel Catriel (no se justificó su exclusión), que mereció ser gol sobre el final.
Tal vez poco, pero no menos que un Lamadrid que solo insistió en el empuje ciego y los centros como únicos recursos.

Sobre todo si enfrente se cuenta con un arquero como Arias Navarro. Lo del úno de Cambaceres fue soberbio en cada una de sus intervenciones. Y a la postre de las 6 fechas iniciles parece ser la conclusión más linda que Cambaceres pudo sacar; contrató un excelente arquero, capaz de dominar toda el área, con concentración y velocidad de piernas, y con el tiempo justo y preciso para salir cada vez que lo exigen de arriba.

En el haber Camba está encontrando de a poco además, al nivel que le conocimos a Adrián Jones, cada vez más patrón del medio. En el debe los dos referentes que llegaron para ser guías, y hasta ahora no pueden lograrlo: Maximiliano Benítez y Diego Rodríguez.
Esta vez las inclusiones de Ruscitti y Benavente tienen un motivo particular. Martín Zuccarelli, estudioso de las peculiaridades del terreno del carcelero, optó por la altura y la lucha de un partido que se preveía (y fue) con tales condimentos. En Ensenada y ante Jota Jota, imaginamos otra disposición, con los "ligeritos" todos juntos, a favor de otras dimensiones, pero también de otras exigencias.

No es alarmante este arranque de Cambaceres. Lo dijimos hace un par de fechas y lo sostenemos ahora. Un plantel con 16 refuerzos y otras tantas salidas no se arma de la noche a la mañana. De echo hay jugadores como el Colombiano Gonzalez Peña, el Nigeriano Ugwungwa que ni siquiera debutaron. O Carrasco que sufrió una dura lesión. El armado de un equipo tiene muchos imponderables, y por eso decimos que no es alarmante lo que sucede.

Claro que tampoco es lo que pretendía. Seis puntos de dieciocho en juego, con solo 2 goles a favor no le cierran a nadie. Y de esto son concientes los jugadores y el cuerpo técnico. Pero el camino es largo y todavía hay mucho margen. Habrá que pensar cada paso, para que el potencial se este plantel sea exprimido al máximo. Y tener paciencia, en la era de la impaciencia. No es sencillo, nadie dijo que iba a serlo. Solo que si hay convicción, habrá mayores posibilidades de lograr un Cambaceres protagonista de un certamen, después de mucho tiempo.
                                                                                                                         Martín Ortiz.
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