COMPENDIO DE UNA TARDE ESPANTOSA

Unidos en el espanto, en la cancha, Cambaceres y Luján brindaron un espectáculo lastimoso, con los arcos como figuras de decoración, y la pelota maltratada de principio a fin. Unidos en el espanto, los hinchas y la policía, brindaron afuera un espectáculo lamentable de violencia repudiable. Una tarde facilmente olvidable desde el fútbol, pero dificilmente desde la absurda violencia de un final escandaloso.
La pasión mal entendida por jugar al fútbol, dice que se deben disputar todas las pelotas como si fuese la última, sin importar su destino, ni la esencia de un juego que cada vez pierde más su brillo, en función del "Dios resultado", que encima, de esa forma, tampoco llega. La pasión mal entendida de las tribunas, dice que hay que robar banderas, camisetas, o matar a un rival, para posicionarse en la estúpida cultura del "Aguante" (alguna vez algun comunicador deberá pedir disculpas por el nefasto mensaje reproducido por ese programa), y ser más guapo que los demás.

Ambas mentiras, repetidas hasta alcanzar el mote de "verdades", recorren hace algunos años nuestras canchas argentinas, ubicadas también en el fuerte arraigo popular del ascenso. Ambas mentiras, expulsan cada vez más a la gente de las cancha. Cuentan los que peinan canas, que la cancha de Cambaceres rebalzaba hace años de hinchas identificados con los colores de una ciudad que iba detrás del club que más los representaba. Seguramente muchos de ellos han dejado de ir a la cancha por hechos de violencia, tan o más absurdos que el que se vivió este sábado en Camino Rivadavia y Quintana.

En realidad sucedió allí por obra y gracia de la casualidad. La irracionalidad en una sociedad enferma no es patrimonio de nadie. De hecho hace una semana, en la popular reinauguración del Genacio Sálice, también vimos vidrios de autos rotos por algunos que se quedaron sin entradas y decidieron romper lo que había a su paso.Cambian las formas, o los colores, pero no los contenidos.

Claro que en la tarde hubo un partido de fútbol, al menos eso dijo el fixture y la estadística, que parece ser que es lo único que le dará utilidad. Un partido lleno de jugadores deseperados por recuperar la pelota, pero sin saber bien para qué. Un sin fin de jugadas olvidables, confusas y ordinarias. Y la pelota sin dueño ni destino, al menos por más de algunos segundos necesarios como para elaborar una jugada de fútbol. Aquí un intento de alguna crónica.

En el primer tiempo, sólo puede rescatarse un cabezazo de Benítez que desvió Curieses y una corrida de Naser que no prosperó.Después, nada. Sin ideas, sin creación, Defensores fue absorbido por la marca de Luján, un rival que no llegó una sola vez en toda la etapa.

No fue diferente la etapa complementaria. Parecía que Cambaceres arrancaba con otra predisposición.Antes de los diez tuvo un par de tiros de esquina, uno de ellos cerrado de Jorge Casanova casi se mete. Pero se quedó ahí. Luján tuvo la más clara con un disparo de Molina que se estrelló en el travesaño.

Los minutos fueron pasando y el Rojo no le encontraba la vuelta. Naser ponía empeño y velocidad pero no resolvía las jugadas, Benítez era controlado por la defensa, Casanova aportaba algo de ideas por derecha pero no alcanzaba. Muy poco para hacer méritos para una victoria.Casi lo gana Luján al final del partido, pero el disparo de Rivera dio en un defensor y se perdió junto al palo izquierdo.

Después, el remate de la tarde espantosa. Los salvajes contra todo y contra nadie. Una batalla campal de policías, barras y locura. Escenas de agresiones a mansalva sin sentidos y sin razones de ser.
Los dirigentes de Cambaceres, atrapados como el resto de los inocentes protagonistas en el interior del estadio, solo atinaban a preguntarse: "¿Porqué nos pasa todo esto?" Desde aqui solo podemos atinar a la misma pregunta: ¿Porqué?
                                                                                                                           Martín Ortiz

fotos y relato del partido: Gabriel de Charras www.revistatribunaroja.blogspot.com