BUSCANDO EL EQUIPO, ENCONTRÓ UN TRIUNFO.

“Sé que algunos cuestionan los cambios que estoy haciendo, pero quiero que sepan que es la única manera de darle oportunidad a todos los jugadores, evaluar su rendimiento y elegir el mejor equipo” En esta frase de Ricardo Rezza de vestuario final, podría resumirse su pensamiento. El que explica el porqué (más allá de las derrotas), de tantas variantes en un equipo al que evidentemente quiere “refundar”.

Hombre de fuertes experiencias, conoce como pocos las duras y crudas reglas del fútbol profesional. Hoy jugás y mañana no sabés; porque en el fútbol hiper competitivo de hoy, cada partido y cada entrenamiento es un examen, donde solo cuenta el presente. Rezza entonces apuesta fuerte, y se expone al juicio que arriesga ante tantos cambios. Al fin, una idea que lo avala o lo condena: si es en tren de buscar la mejor versión de equipo, estará bien. De lo contrario sería la siembra de dudas sinfín.

Al menos en esta tarde de victoria ante Suárez, algunas cuestiones le dieron la razón. Porque San Carlos ganó bien, su victoria fue justa, aunque estuvo llena de matices, forjados desde lo más cálidos elogios hasta unos cuantos errores evitables.

Villa San Carlos SI:


Cuando en esta defensa juega Emiliano Córdoba, unos cuantos problemas de esquema se solucionan por su capacidad individual

Quedó claro, una vez más. Porque en el primer tiempo San Esteban y Mariano Fernández jugaron bien, pero en el segundo, cuando el cansancio les hizo mella, fue el propio Córdoba (acompañado por un correcto Aguimcer y un estupendo Stucky), quien salvó una y otra vez, las “papas del fuego”.


Cuando se recupere Campozano, este equipo contará con un triplete ofensivo como hace años no tenía:

Lo de Sarati es sabido desde hace rato, jugando como enganche es capaz de deslumbrar, al punto de ser derribado por los rivales sistemáticamente. De lo que nadie había tomado nota es del tal Nahuel Fernández Silva. El delantero de Gimnasia demostró en un solo partido que tiene una clase propia de un jugador de Primera División. Y creemos que con eso está todo dicho. Valenti hizo el trabajo sucio y no jugó un mal partido pese a la falta de confianza para convertir; pero cuando “la pantera” Campozano esté listo, los hinchas de San Carlos deberán prepararse para ver un fútbol ofensivo de alto vuelo, como hace mucho tiempo no ven.

Villa San Carlos No:

El pelotazo indiscriminado desde la defensa y el mediocampo:

Alguna vez, un verdadero sabio del fútbol como Pasquato Juvenal dividió el concepto del pelotazo por el de pase largo. El primero responde al apuro por acortar caminos aún cuando la jugada no está madura, ni los rivales desacomodados como para sorprenderlos. El segundo, justamente es lo contrario. Habla de un oponente en inferioridad numérica, por ejemplo por estar lanzado al ataque, o simplemente estar mal parado. El entendimiento de esa diferencia en el medio de una acción, es propiedad de los jugadores con panorama y visión de juego.
A San Carlos eso le está fallando. Por apuro, o por ansiedad,  pero casi nunca tiene pausa. Y eso le juega en contra, porque si Sarati o Fernández Silva no reciben limpio y tienen que ir al choque, se desgastan inútilmente, y se desperdician sus capacidades.

A los no, podríamos agregarle los malos tragos defensivos del segundo tiempo, donde Stucky y Córdoba debieron exigirse demasiado. Si eso tiene que vez con un desgaste físico de los otros defensores, entonces en el banco debió haber un relevo refrescante, como Fede Slezack o el pollo Raverta.

Finalmente y entre todo esto, San Carlos festejó por primera vez en el año y en la era Rezza. Como manda la historia, venció a Tristán Suárez y recuperó la paz y la alegría que tanto perseguía. La gente se fue contenta por eso, pero para quien esto escribe en esta tarde de febrero, nació una noticia mucho más importante aún.
En la imaginación inmediata, Sarati, Fernández Silva y Campozano, pueden armar un trío que va a llenar de satisfacciones a todos los villeros.
                                                                                                          Martín Ortiz