Como no sentirme así. Reza una frase histórica musical, que recorre decenas de banderas en las canchas del fútbol argentino. Y bien podría haber sido el epígrafe para la foto del festejo en el medio de los jugadores del Rojo, cuando Pafundi terminó el partido. Es que habían logrado un triunfazo. Por lo que había en juego (Luján era el que más cerca estaba en los promedios), y sobre todo por la forma. Cambaceres le ganó 3 a 1 en su cancha, pero por sobre todo lo demolió con buen juego y goles.
Ya los primeros minutos iban a ser sintomáticos de lo que veriamos en la calurosa tarde de la ciudad de la Basílica. Un Luján mandado al ataque sin precauciones, y un Cambaceres cerebral y astuto para jugar con los espacios ofrendados por el rival. El plan era presionar en el medio, para recuperar y salir rápido. Tan viejo como el fútbol, pero también tan efectivo.
Y en el medio contó con jugadores muy concentrados para lograrlo. Jones, otra vez lider, arrancando por derecha pero corriéndose naturalmente al medio. Benavente, más abierto por izquierda, Cardozo en el medio, con una capacidad de juego notable (hasta que salió lesionado en su rodilla a los 35), y Burgos un poco más adelante, repartiéndose entre marcar y jugar. Camba logró con ellos tener el control táctico del partido. El resto lo hicieron las inteligentes corridas de Valenti y Pelosi.
En una de ellas, Valenti hizo la pausa justa para la diagonal entre los centrales de Pelosi, y le metió un pase extraodinario. No menos excelente fue la definición del goleador, abriendo su pierna derecha, a colocar, bien junto al palo izquierdo de Fontana. Golazo de Camba, que aumentó la confianza propia, y el descontrol de Luján.
Porque si los locales antes jugaban desordenados, después del gol lo multiplicaron. Por eso en el segundo tiempo el Rojo se hizo un festín. Debió salir Pelosi por lesión, y el remedio fue mortal para Luján. El paraguayo Clementino González, de notable jerarquía, liquidó el partido en 8 minutos. (antes se había errado un gol inexplicable Ricky Gonzalez, que gambeteó al arquero y quiso dar un pase con el arco a dispocisión. )
El segundo gol fue un gran centro de Burgos, que de cabeza el paraguayo cruzó con un gran salto. El tercero tras otra habilitación de Valenti, para que solo tenga que empujarla.
Clementino y Pelosi por los goles, y Valenti por las habilitaciones, habían redondeado una tarde magistral, después de tantas tardes en las que Cambaceres extrañó tener delanteros que le den alegrías.
En ellos se destacó el triunfo antes gestado en el resto del equipo, que tuvo un muy buen trabajo colectivo en todas las líneas. Salvo en esos últimos 15 minutos donde la relajación propia del partido liquidado le dio lugar al descuento en contra de Arévalo, que no se escuchó o no se entendió con Arias Navarro y de cabeza, la pasó por encima del arquero.
Nada iba a empañar el muy buen triunfo y así sucedió. Cuando Pafundi terninó el partido de manera reglamentaria supo que en realidad el mismo había terminado hacía rato. Y eso había sido el gran mérito de Cambaceres. Demoler a Luján futbolística y psicológicamente, y ganarle de punta a punta un partido trascendental.
Trascendental por lo había en juego y por lo que viene. Porque Camba logró hilvanar cuatro partidos seguidos sumando puntos. Porque recuperó la capacidad de gol, basada en la incorporación de muy buenos delanteros, y porque está logrando una identidad y una convicción que parecía perdida definitivamente.
Luján fue testigo de ello, y lo padeció. Cambaceres lo demolió con juego y goles, y amaga con empezar una nueva y feliz etapa de su vida.
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