LOS AÑOS BUENOS QUE CAMBACERES DEBE CONSTRUIR.

El Rojo enfrentó a uno de los mejores equipos de la Primera C, y aún siendo superado en varios pasajes, rescató un valioso punto anímico. En el final de otro año ajetreado, consiguió mantenerse invicto en las 3 últimas fechas y así llegar a las vacaciones con un aire renovado y esperanzador. Eso sí, para que el 2012 no sea otro año más de frustraciones, deberán corregirse muchos errores institucionales y futbolísticos. Que así sea. De una vez por todas.

Cada párrafo de final de año de los últimos años ha sido similar para Defensores de Cambaceres. "Que el que viene sea mejor. Que el que pasó haya dejado enseñanzas. Y que los errores no deben repetirse."
Que este final del 2011 no sea uno más en el que las palabras se desvanezcan en deseos, dependerá otra vez, como siempre, de los propios integrantes de este club.

La llegada de Alejandro Sández le dio una bocanada de aire fresco en las intenciones de un presidente que quiso y quiere reconstruir lo que otros destruyeron.
Desde aquí celebramos sus excelentes intenciones así como la del grupo de trabajo que lo acompaña. Pero algunos errores se repitieron. Y esos errores ya son demasiado recurrentes como para no advertirlos.

 Decenas de jugadores que se van. Decenas de jugadores que llegan. Muchos de estos son despedidos antes por falta de dinero. Técnicos trimestrales. Y los resultados a la vista. Cuarta temporada en la que hasta ahora, no se está clasificando ni siquiera por encima del décimo puesto. No quedan dudas. Algo se hizo mal. Algo hay que cambiar.

Sandez y compañía tratan de encausar un desastre económico que incluye causas propias y ajenas. Las propias vienen de arrastre. Y tienen que ver con malas administraciones de dirigencias anteriores que como el propio Sandez reconoció, son de larga data (aunque bajo su mando se haya repetido el error de traer otra vez 17 refuerzos).

Las ajenas tienen que ver por ejemplo con una evidente persecución de organismos como el Coprosede, que se ensañan en castigar solo a Cambaceres (aunque tampoco el club nunca se haya propuesto desterrar a los violentos). Por las primeras, Cambaceres puede hacer poco y nada. Por las segundas, por las responsabilidades propias,puede, y está obligado a hacer mucho.

En lo futbolístico, el equipo terminó en ascenso. Sobre todo por los resultados. Experimentó una pronunciada levantada desde la llegada del Ruso Da Ponte, y después de 2 derrotas seguidas, terminó el torneo sumando 5 de los últimos 9 puntos en juego. Nada despreciable, sobre todo porque lo logró ante rivales como el del último viernes, como Villa Dálmine, que infunden mucho respeto.

Del partido en realidad lo más valioso fue el carácter de Camba para no rendirse ante la superioridad manifiesta de un Dálmine que por momentos fue apabullante. Combinando velocidad, sorpresa y precisión los de Campana demostraron que tienen un gran equipo, que de no mediar nada extraño, pelearán por el ascenso hasta el final del torneo.

Los primeros 25 minutos fueron de parte del Viola de un nivel superlativo. Con toques y rotaciones que hicieron de la defensa del Rojo una gran zona de filtraciones. Sin embargo cuando Dálmine ya ganaba 1 a 0 y se preparaba para gritar el segundo, Camba reaccionó gracias a la frescura y el optimismo del chico Federico Iglesias para filtrarse entre los centrales después de un pelotazo largo de Calabrese y anticipar punteando al arquero.

En el pibe Iglesias (que demostró mucha astucia para jugar sin pelota y fabricar espacios) y en Valenti, Cambaceres depositó sus esperanzas de revertir lo que parecía una tarde negra. Porque equipo por equipo los de Campana siempre fueron más, hasta que se quedaron sin piernas y Otta metió variantes. Pero la peligrosidad del Rojo estuvo siempre signada por la capacidad individual de sus delanteros que se las rebuscaron aún en la adveridad de no haber sido abastecidos de otra manera que no sea a puro pelotazo.

Jones muy solo en la constucción del juego, Benavente asociado solo a la lucha, Di Biassi desperdeciado a la derecha, y Ricky Gonzalez en un concierto de errores, no fueron sustento para esa lucha desigual de los delanteros.

Sin embargo en el segundo tiempo, Camba trasladó el juego a la lucha, y con ello, la defensa recuperó seguridad sobre todo en el liderazgo de sus 2 mejores valores: Leandro Fernández y Juan Ignacio Arias Navarro. Principalmente en ellos, se sostuvo el punto luego festejado por todos.

Así llegó Cambaceres al final de este 2011, distinto pero demasiado parecido a los anteriores. Con poco para celebrar, y mucho para corregir.
En el comienzo de esta nota dijimos que cuando los hechos se repiten, las palabras suelen seguir el mismo curso. En el juego del túnel del tiempo, nos imaginamos el final del 2012, escribiendo algo verdaderamente distinto.
Claro que para eso no basta con desearlo.Porque  los años buenos no se desean, se construyen.
 Aprender eso, de una vez por todas, es el único gran desafío.
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