SAN CARLOS Y LA VICTORIA, SE VOLVIERON A ENCONTRAR.

Era la fecha, el rival y el momento indicado. San Carlos debía volver al triunfo ante Lamadrid y lo hizo. Después de 6 fechas sin triunfos, más otra quedando libre, la tabla y sus perseguidores le permitían seguir estando en el reducido. Pero no podía fallar y no falló. Jugando bien solo por momentos, y discretamente en otros, lo ganó con goles de sus volantes Melillo y Birge, ante la tarde fallida de los delanteros. Lamadrid llegó a Berisso dispuesto a defenderse y no cambió su postura ni siquiera con la correcta expulsión de Antonio Rojano. Sin excepciones, todos coincidían. Era el rival y la circunstancia para volver al triunfo. Porque las dos últimas presentaciones habían sido empate con Morón y derrota con Sarmiento. Pero también habían sido auspiciosas en la recuperación del equipo. Ahora faltaba confirmarlo con un triunfo; y Lamadrid con su cruz del peligro de descenso a cuestas, era la inmejorable oportunidad.
Entonces, como resumen de un partido con blancos y grises, bien valen algunas preguntas después del 2 a 1 a favor.

Lo ganó bien San Carlos? Claro que si. Por varios motivos. El primero fundamental porque de los dos fue el único que propuso. Lo de Lamadrid era sospechable. Pero no de semejante manera. Solo Veloso, su buen volante central, le jugó de igual a igual y se le animó a cualquiera. Un poco de voluntad desordenada de los delanteros, y los demás, atrás, a rechazar la pelota como sea.

Que hizo San Carlos ante eso? Los primeros minutos fueron buenos. Controló el medio, a través de la capacidad de anticipo de Birge, y sobre todo de Oroná. Abrió la cancha, como suele hacerlo en Berisso, con los ahora si correctamente ubicados Gonzalo Raverta y Melillo (no es casual que haya vuelto al gol jugando por izquierda, y que haya jugado bien aprovechando su mejor virtud que es la potencia)
El problema estaba arriba. Rojano y Pasquale no solo han perdido la capacidad goleadora sino que perdieron la confianza. Y eso, en un delantero es fatal.

Rojano no tuvo revancha porque reaccionó impulsivamente ante el golpe de un rival y se fue a las duchas. Pasquale, errático y todo, tuvo lucidez para no nublarse con su gol, y ser generoso en el de Melillo, viéndolo y tirando el centro atrás.

Volviendo al partido, luego de aquellos minutos iniciales la paciencia y la confianza fue mutando por ansiedad. Entonces el camino de la pelota ya no pasó por los pies de sus volantes, si no por encima de la cabeza de esto. Favoreciendo la endeble resistencia de los defensores del carcelero. Fue la peor versión de la villa en la tarde de Berisso. Junto con el repliegue innecesario después del gol de Melillo.

Porque antes del gol del volante, y aun teniendo un jugador menos desde el arranque del complemento, San Carlos siguió buscando; y Lamadrid aguantando. Y esa fue la mayor virtud y la mejor versión del equipo celeste. Con la fuerza del pollo Raverta empujando desde el fondo, y el despliegue de todos los volantes, en esta nueva disposición que le queda mucho mejor al conjunto y al juego en eso de dominar el medio.

El segundo se caia de maduro. Por más que Lama haya estado cerca del empate con un par de cabezazos. Porque si defendiendose con casi todo su equipo defendía mal, cuando tuvo que salir dejó una estancia de espacios para la contra. Y si no llegó antes fue por la demora del ingreso de Sarati. De hecho fue él quien habilitó a Birge para la exquisita definicíón del volante en su primer gol en el club (antes Pasquale había habilitado a Gonzalo Raverta y este malogró una chance similar).

Pero ganó San Carlos. Y es lo que estaba obligado a hacer. Por el objetivo, que es entrar al reducido, y para cortar la racha. Por la categoría del rival, que fue notablemente inferior, y porque en Berisso se ha transformado en un equipo temible. Para grandes y chicos.

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