CAMBACERES SUFRIÓ A BARRACAS

Barracas pasó por Ensenada y dejó un sello certificado: es firme candidato al ascenso. Lo sufrió Cambaceres, que tuvo que rendirse ante la evidencia de la superioridad de un rival, firme, y convencido de sus fuerzas. Pocas veces como esta el fútbol suele ser tan explícito en el resultado. El 3 a 0 fue una pintura fiel de lo que dejó el juego de uno y otro. Un Barracas absolutamente seguro y sólido, ante un Cambaceres impotente, que casi nunca pudo entrar en partido. Las rachas, materia prima de esta campaña de Cambaceres, volvieron a escena.
No son muchos los equipos que como Barracas Central se plantan en el 12 de Octubre y juegan a “la pelota” por abajo como lo hizo este elenco de Capital Federal. Ya en el inicio del encuentro empezaba a avizorarse un dominio que con el correr de los minutos se iba a acentuar hasta borrar al Rojo de la cancha. Las evidencias compuestas por el buen trato de pelota, más una concentración admirable para presionar y ganar todas las divididas, iban a certificarse en jugadores como Orfila, Almada Flores, y Salom.
Si a ellos se les agrega la capacidad goleadora de un hombre como Del Río. Y si detrás de ellos se respalda la tarea con una defensa muy seria. Entonces la ecuación sería inevitable. Un Barracas ganador, y un Cambaceres apichonado.
Así fue el comienzo del partido, y así iba a ser en su totalidad. Para demostración basta la cantidad de ocasiones de gol que los de Zuccarelli tuvieron. Apenas dos en total, una en cada tiempo. En el primero a través de una muy buena jugada colectiva en la que Yañiz habilitó a Manes por derecha y este remató entrando al área pero encontrando a Gómez muy bien parado.
La segunda y última opción de gol iba a llegar en el inicio del segundo tiempo. A través de un gran desborde de Ezequiel Náser, que Yañiz no supo conectar por no usar bien el recurso (era remate de zurda).
Fueron dos jugadas aisladas y fugaces. En un contexto en el que Cambaceres corrió siempre detrás de la pelota, voluntarioso, pero impotente ante la superioridad manifiesta de los del Camionero. En ese ítem, se rescata la garra de Benavente y Jones para correrlas todas, y la rebeldía de un jugador que siempre se muestra, que siempre intenta aunque la mano venga cambiada: Damián Manes. En el volante que lleva la número siete se adivinaron la mayoría de los intentos de arranque, cuando el Rojo pudo capturarla, que fueron las menos de las veces. Pero es su voluntad y perseverancia lo que se valora.
El otro volante por afuera, Daniel Catriel, esta vez no pudo hacer pesar su velocidad, y sus arranques vertiginosos. El partido, como para la mayoría, no estaba apto para sus cualidades. El partido, a favor de la verdad, fue una gran e insoportable incomodidad. La gente lo empezó a percibir con el primer gol (penal indiscutible de Kees); lo confirmó con el segundo (bolea sensacional de Del Río tras el rebote en un córner), y lo sentenció con el tercero, que llegó en el final del partido, tras una gran habilitación de Cisneros para que Salom le de un pase a la red. Sentencia que pudo llegar antes, si el mismo Salom remataba al gol el envío que rebotó en el palo cuando comenzaba el complemento.
Alguien cuestionaba la inclusión de Dell Orto como lateral por izquierda. Tras ver los inconvenientes que tuvo para marcar esa punta. Desde aquí no creemos que haya sido determinante; porque tal vez Leiva hubiese tenido los mismos problemas ante las cualidades de Salom o Almada Flores. De lo que si no nos quedan dudas es que si a alguien va a extrañar este equipo, es a Jesús Martínez.
Siempre dijimos que una cosa es Camba con su presencia, y otro sin ella.Todavía absortos por la insólita pena de 4 partidos, es difícil de imaginar cuan caro será el precio de su ausencia. Por lo pronto, ayer se vio una cuota muy alta.
Fue 3 a 0 en contra y si no dolió tanto no es porque los puntos no se necesiten. Al contrario, en la carrera desesperada por entrar al reducido cada punto cuenta. Solo que la superioridad de Barracas fue tal, que no hubo margen para mucho lamento ni culpas. Solo para la resignación. Que en definitiva, es para lo único que dio lugar, esta actuación impecable e implacable de los de Kopriva.
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