CARRETEA, PERO NO DESPEGA

Después del alivio contra Central Córdoba llegó un nuevo cachetazo. Esta derrota 2 a 0 contra Comunicaciones en un partido en el que sin atenuantes, San Carlos jugó mal y perdió bien. Un primer tiempo discreto con pocas cosas para destacar, y un segundo tiempo en el que Jorge Chiquilito, justo él, marcó las diferencias para el triunfo del cartero. La Villa debe recuperar pronto su identidad, sino quiere sufrir hasta el final del torneo.
La calidad de Jorge Chiquilito marcó la diferencia. Entre un puñado de voluntades entre ambos equipos, que mostraron una mediocridad evidente, y que justificaban las actuales posiciones en la tabla. San Carlos jugó un partido flojo desde lo futbolístico y desde los actitudinal, y pagó cara sus indecisiones a la hora de ir a buscar un partido que no era de los más inaccesibles. Por eso se quedó sin nada. Por eso y porque Chiquilito fue el responsable de los dos goles con los que los de Agronomía se quedaron festejando.
Apenas un par de situaciones de gol en el primer tiempo para el Celeste. Con un cabezazo de Cirstian Camposano, para nosotros en posición adelantada, pero que el linea no cobró y el delantero desperdició en posición inmejorable y sin marcas. En el segundo tiempo directamente no creó peligro. Porque el pájaro Miranda y el mismo Camposano debieron luchar siempre por transformar los pelotazos en balones propios. Y porque el mediocampo, salvo Nacho Oroná, otra vez lo más destacado, fue un cúmulo de imprecisiones absoluto.
Las imprecisiones pueden aceptarse, desde que el fútbol es fútbol que los jugadores tienen vaivenes como los que está experimentando por ejemplo Sommariva, desconocido por estos días. Lo que no se acepta es la falta de compromiso. Declarado por el propio Rotondo tras el encuentro. Lamentablemente Juan Berdún es el estandarte de dicha apatía. Juega con una liviandad que roza lo exasperante. Y pide desde sus magras actuaciones a gritos, banco de suplentes.
En este marco, Comunicaciones no debió hacer demasiado para ganar el partido. Promediando el segundo tiempo, cuando La Villa tenía el partido controlado pero sin herir a su rival, desde un lateral llegó el primero. Chiquilito anticipó a Kondratdiuk, que hasta allí estaba haciendo las cosas correctamente, y Romero, sin marcas, fusiló de cabeza a Volpe. El segundo fue otra pulseada que el ex villero le ganó al segundo marcador central. Lo cuerpeó, y el defensor no se animó a bajarlo. Por lo que enfrentó a Volpe y tras gambetearlo concretó sin festejarlo, por los viejos momentos vividos en San Carlos.
Para rescatar de una derrota que vuelve a prender la luz de alarma, solo la voluntad de una defensa que trató de disimular las ausencias, y el muy buen pie e de Ignacio Oroná. El resto quedaron en deuda y notablemente. A propósito de la defensa. Contra Atlanta hay dos regresos, uno el de la Localia con público. El otro, el del pollo Raverta y su pasión. Vaya si le hace falta a este equipo…
Parece increíble, pero lo que pintaba para un año en paz, se empezó a transformar en angustia. Consolada por el pésimo momento de Central Córdoba, único aliado favorable en estas horas. Hay lesiones, hay infortunios, y hay rachas. Pero también hay responsabilidades propias. Que en definitiva son las únicas que se pueden corregir. Porque San Carlos sigue dependiendo de San Carlos. Y si todos se sinceran y mentalizan, esa todavía puede ser una buena noticia.
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