ESTE CAMBACERES APUNTA AL CORAZÓN

Esta vez parece que viene en serio. Esta vez parece que de verdad hay equipo para montarse a la ilusión que no se apaga. Fundado en la solidez de su defensa, en la concentración de sus volantes y en la astucia de sus delateros Násser y Jaime que convirtieron los goles; le ganó a El Povernir 2 a 0, metió la cuarta victoria seguida, y se trepó alto en la tabla, donde mira desafiante a Excursionistas. Mientras todo esto sucede, el pueblo de Cambaceres volvió a la cancha, y explotó de alegría. Porque este equipo no especula, y les apunta al corazón.
“Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así. Aprovechar o que pase de largo depende en parte de ti” La canción de Serrat, archiconocida, bien puede sonar dulce y certera en los oídos de los hinchas Rojos antes de caminar las trilladas cuadras que separan sus casa de la cancha. El gran día podía ser nada menos que volver ganar a su club, que tantos sufrimientos le había ofrendado en los últimos tiempos, y que de tantas deudas internas, ya tenía un pagaré a la ilusión demasiado vencido. Así con algunas dudas a cuestas, pero con la esperanza recargada de que “¿y si esta vez si es?” andan los hinchas brindándose a este equipo que parece por fin, haberlos entendido.
Porque de esa forma juega este Cambaceres, con las ganas de recuperar la grandeza perdida, con las ganas de devolverle al hincha el orgullo maltrecho. De ahí a que apunte al corazón, como apuntan los proyectos que son de verdad, o que al menos lo parecen. En esta tarde plomiza y aplastante, llegaba El Porvenir, otro que viene de años de maltratar su orgullo, pero que no tiene un equipo que lo esté intentando reivindicar. En el vestuario visitante, consultado por un medio partidario, el ahora entrenador Cameroni declaraba: “perdimos contra un gran equipo”. Las palabras de Cameroni, rebalsaban elogios. Pero más allá decían algo más importante. A este Cambaceres lo están empezando a respetar.
“Hay un tal Jaime que la está rompiendo” empiezan a decir los rivales, sin saber que este no es Sebastián, sino Diego, que vino a continuar con la dinastía de los delanteros asombrosos que cosecha Cambaceres. “¿Al 3 de dónde lo sacaron?”, preguntan los que ven correr a Jesús Martínez como una máquina por todo el carril izquierdo de la cancha”. Pero como una máquina inteligente, porque lo es. Piensa cuando jugar largo, cuando corto, cuando a un toque o cuando encarar; porque tiene lo que muy pocos jugadores, capacidad para elegir bien.
Entre ellos dos están los casos más visibles. Pero hay otros líderes que por personalidad y presencia hacen de este u conjunto muy distinto al de la temporada pasada. Por madurez y carácter. Leo Kees y Jones son dos ejemplos. Tienen el fuego sagrado de los que quieren ganar con el alma, aunque a veces se les nuble la mente, cosa que deben corregir. La tonta expulsión de Jones cuando se terminaba el partido es una clara demostración. Sin embargo, el carácter fuerte se podrá mensurar, lo que no podrá hacerse nunca es injertarle carácter a quien no lo tiene, y hoy el Rojo no carece de ello.
Otro caso para el elogio es el de Soria. El pibe que ya tiene muchas batallas nos decía: “la clave de mi momento está en la continuidad, no puede haber otra explicación”. Claro que no la hay, después de que Borgarelli se convenció de que los cambios masivos solo perjudicaban el funcionamiento, llegó este presente. Con las sociedades necesarias; como esta de Soria con Jones. O como la de Násser con Diego Jaime, que conjugan el mismo idioma de juego.
Es también cierto que en el primer tiempo muchos de estos elogios estuvieron ausentes. El calor, y cierto adormecimiento hicieron que Camba no tenga la pelota, que El Porve se la manejara bastante, y que salvo un remate de Manes, no hayan emociones para el local. Cuando los de Gerli lo tuvieron dos veces claras, con dos salvadas providenciales. Pero había otra sensación. Cuando Defensores acelerara iba a tener muchas chances.
Aceleró en el complemento, y en cinco minutos lo liquidó. Primero piru Násser tras una interminable confusión en el área que el remató cruzado al palo izquierdo. Luego con una contra (salvó en el inicio el empate un cierre perfecto de Catriel) que Diego Jaime conquistó. Esa jugada fue un símbolo de porque Camba gana los partidos. Cuando jaime venció al arquero, tenía a tres compañeros que lo habían acompañado en el trayecto.
Así ataca, con volantes que llegan, con defensores que no se quedan, salvo DellOrto, y con un tractor como Martínez, capaz de correr hasta el asombro. Así juega Cambaceres, con el orgullo latente, y la entrega permanente. Con la multiplicación del esfuerzo y la solidaridad al compañero para asistirlo, o para respaldarlo. “Hoy puede ser un gran día, pensó”, y salió para la cancha. Los jugadores, estos jugadores, esta vez no le fallaron. Es que apuntan muy bien. Apuntan al corazón.
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