LUZ VERDE

En la noche de Junín, La Villa volvió a mostrar su valía. Sin achicarse ni refugiarse en el fondo, supo defender el cero en su arco, a base de voluntad colectiva, solidez en todas las líneas y una excelente actuación del Lolo Lavalén, que a pesar de ser reemplazado a 10 del final por "Popi" Benítez, fue una de las figuras de la noche en el oeste bonaerense. Un punto de oro que sirve para seguir sumando por quinta fecha consecutiva, y alimentando la imagen de equipo serio. Al que para ganarle, no bastará con tirarle la camiseta, el peso de la historia ni la posición en la tabla. De eso, que ahora también puede dar fe Sarmiento. Si había un partido que de antemano se podía imaginar como derrota era este. No por ser malos agoreros sino porque desde la historia y desde la actualidad, viajar a Junín para enfrentar a este Sarmiento que siempre es protagonista, es ser conciencetes que en su casa se hace casi inexpugnable. Desde ese conocimiento, pero también desde la falta de complejos, La Villa construyó un empate valiosísimo, que agranda la figura de equipo al que cada vez van a respetar más en la B Metro.
Los pilares del empate, se fundaron, cuando no, en una defensa brillante. Emiliano Córdoba y su primo, Fede Slezack se entienden cada vez mejor. Y los laterales, el vasco Ochandorena y el pollo Raverta mantuvieron esta vez la concentración como ya es, un sano hábito defensivo. En el medio se repartieron la tarea de recuperar el balón, los incansables Oroná y Sommariva, que indudablemente van rumbo a transformarse en una de las mejores duplas de volantes centrales del torneo.
Y a la generosidad de Gonzalo Raverta, esta vez se le acopló Leandro Martini desde el arranque, tal vez en la posición que menos tenga dueño hasta ahora. Porque allí han rotado el mismo Leandro, Madrid que fue una de las piezas claves del ascenso, y Juan Berdún, que ingresó en el segundo tiempo, y oscila entre muy buenas pinceladas y algunas lagunas.
Con Ledesma arriba desgantando a los defensores para que el pájaro Miranda trate de desarmar defensas a base de habilidad, La Villa le creó algunos dolores de cabeza a la defensa de Sarmiento. Aunque casi todos fueron en el segundo tiempo, donde también el local apuró más acentuando la profundidad con la que terminó el primero, donde Lo Bianco tuvo en un mano a mano la resistencia espectacular de Lavallén. esa imagen iba a reiterarse varias veces luego, sobre todo cuando el uno villero le tapó un gol cantado a Benítez, uno de los centrales.
El plan era sencillo y salió bien. Achicar siempre detrás de la línea de la pelota, pero lo más cerca posible de la salida de los volantes del verde. Sobre todo del colorado Zuleta, que tiene una excelente tecnica y mucha sabiduría para manejar los hilos de su elenco. Pero fue tal la asfixia sobre el experimentado enhanche del Kiwy que le propinaron los volantes del Cele, que sus intenciones se devaluaron hasta desvanecerse en impotencia. A pesar de ello, Sarmiento llegó varias veces y hasta metió un tiro en el travesaño por Lo Bianco, de lo más peligroso en la noche.
Pero como las veces que llegó no fueron tantas, y entre Lavallén y el azar no fueron concretadas, l a Villa comenzó a despertarse en ataque y le respondió en un par de ocasiones. Las más peligrosas fueron en los pies de los delanteros, y sirvieron también para justificar un empate que no puede ser demasiado cuestionado.Porque Abraham, el arquero juninense, también debió exigirse un par de veces ante los apuros de Ledesma y el pájaro Miranda que de contragolpe casi liquidan el partido.
El cierre del encuentro por supuesto que lo tuvo al verde más cerca del gol. Pero también fue producto del desajuste que generó la lesión de Lavallén justo que estaba en su mejor momento. Al final se aguantó más de lo que se jugó, aunque saber hacerlo también en una de las virtudes de un equipo de fútbol. Por más que muchos la desprecien. El premio fue un punto altamente valorado por todos. Pero además, lo fue el significado de afianzarse cada vez más en la B. Los rivales, que antes sospechaban de este equipo, ahora lo miran con respeto. Como lo vio Sarmiento, que en Junín se transformó en un nuevo testigo, de lo que es capaz este San Carlos.
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