Foto: Gabriel de Charras. revistatribunaroja.blogspot.com
Si había un momento para que Camba consiguiera volver a ganar, no podía ser mejor que este. Por varios motivos. En primer lugar porque la espera de victorias como local ya se estaba haciendo densa. Luego porque de otra forma empezaba a resignar terreno sobre los que pelean arriba. Y sobre todas las cosas porque después de la semana vivida, con las decisiones extremas incluidas, no había lugar para medias tintas. O el equipo reaccionaba bien, o perdía el rumbo.
Y la reacción fue positiva, al menos desde lo anímico, materia que iba a ser evaluada de muy cerca por todos después del 1-5 en Rosario que había despertado dudas, hasta ese momento inesperadas. Sin una gran lucidez futbolística, sobre todo en el primer tiempo donde dependió exclusivamente de las corridas imparables de Diego Jaime, el “nuevo equipo” (cinco cambios) funcionó mejor que las otras tardes que se presentó en el 12 de Octubre.
Ahora bien, aquí un alto. Siempre creímos que los equipos más regulares son coherentemente aquellos en el que juegan casi siempre los mismos once. Por eso no nos convencían tantas modificaciones. La apuesta salió bien, y es justificada además de por el resultado (que muchas veces justifica todo cuando hay que ver más allá); por el contexto. Se venía de un golpe duro. Pero por sobre todas las cosas Borgarelli todavía está buscando el equipo ideal. Cuando finalmente lo encuentre, estas costumbres de los cambios masivos deberían mermar. Al menos eso creemos.
Lo cierto es que después de un primer tiempo en el que Camba quiso pero no pudo. Y Argentino de Merlo solo vino a sobrevivir iba a llegar la mejor versión del rojo en el complemento. Basada en la buena tarea del medio campo. Primero con el crecimiento de sus dos mejores figuras, Jones y Manes. El volante central robando y conduciendo con más libertad, y Manes con el cambio de ritmo necesario en tres cuartos. Así llegó el penal grosero que le hicieron entrando al área. Y la definición del pleito con el remate al medio de San Esteban que curiosamente se transformó en goleador.
Allí, al visitante se le quemaron los papeles, lectura que hizo el Rojo. Buscando el final del partido bien lejos de Zurlo, para no pasar sobresaltos. Lo pudo hacer porque como dijimos, las figuras de Jones y Manes fueron creciendo, pero al final acompañadas por los ingresos del chico Diego Matías Jaime, de buena habilidad y de Catriel que agitó el ataque por izquierda.
Finalmente algunas conclusiones de un triunfo vital. Leonardo Kees es dupla indispensable para San Esteban, aunque deberá controlar su temperamento, siempre al límite del desborde. Entre los tantos cambios realizados, el de Dell Orto como lateral parece funcionar, porque si bien se pierde proyección se gana en marca y juego aéreo. Jesús Martínez, finalmente no pudo estar porque su padre tuvo problemas de salud graves, y Carzoglio se las rebuscó muy bien. Las deudas pendientes estuvieron en Vevenis, que tuvo chispazos pero se ahogó, y Seoane, quien nunca pudo conducir.
Pero en el marco de misión muy compleja como era recuperarse después del mazazo rosarino, el Rojo respondió muy bien. Y sigue en la era Borgarelli sin perder dos partidos seguidos. El público, que parecía que otra vez se iría de la cancha decepcionado, gritó con rabia el pitazo final de Possi, un hijo adoptivo de la casa. Camba había vuelto a despedirse con un brazo en alto, y el otro enterrando una mochila pesada.
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