POR EL BOSQUE PASÓ EL PUNTERO

Sin atenuantes. No hay nada para discutir en la victoria de Tristán Suárez, único puntero de la Primera B, sobre Villa San Carlos. Fue el mejor de los dos, el que más ocasiones de gol dispuso, y el más efectivo. La Villa propuso un planteo cauto, pero no especulador. Sin embargo le faltó profundidad en sus volantes y delanteros. Y el lechero, lo terminó castigando con dos goles de pelota parada en la recta final del encuentro. Se cayó después de 5 partidos, pero la mayor preocupación es por no poder ganar como local.
Por el Bosque pasó el puntero. Y dejó su huella en este Villa San Carlos que no consigue imponerse en condición de local. Algo que le era tan sencillo en la primea mitad del año. Claro que en otra categoría. En esta, la B Metro, los rivales tienen otra envergadura y si vienen entonados anímica y futbolísticamente, no perdonan. Por más que antes de los dos goles que definieron el encuentro Grecco hubiera perdonado ante la muy buena intervención de Lavallén. Fue la excepción, luego el uno del Cele no se mostró feliz en la salida del primer gol, ni en la reacción del segundo. En su descargo, hay que decir que venía de ser figura en Junín, y que llegó mal por una lesión.
Pero detalles al margen, el resultado no tiene excusas. Moral y futbolísticamente Tristán lo ganó muy bien. Primero poniendo en cancha un esquema que favorecía el control del balón en el medio para dos puntas bien abiertos que mantuvieron en vilo a toda la defensa villera en todo el encuentro.Luego porque hubo convicción en el visitante. Al principio para trabajar el partido tácticamente, y luego para jugarlo apostando a ganador en el tramo final que es donde lo definió.
Tristán Suárez fue simple y efectivo. La salida de Aquino, más los aportes de Rigoni y Harnes, le daban al equipo de Ezeiza la posibilidad de tener un panorama más amplio que el de San Carlos, donde que la mitad de la cancha le quedó siempre a contramano. Porque Gonzalo Raverta y Oroná tenían que desdoblarse para no dejar en soledad a Sommariva. A propósito del volante central, jugó un gran partido otra vez. Pero en este nuevo y raro rearmado del medio, queda demasiado expuesto a salir lejos para tapar huecos tácticos. Porque cuando Oroná está cerca suyo se complementan a la perfección; pero cuando Nacho debe salir a cubrir el sector izquierdo, hay un desajuste muy evidente.
Con el circuito de recuperación a medias, y las salidas demasiados forzadas. Tanto a Miranda como a Ledesma (de flojo partido), las acciones de ataque les quedaron siempre a trasmano. La defensa de Tristán siempre tuvo entonces la chance de quedar en superioridad numérica para que los delanteros villeros pierdan una y otra vez. El resultado era inminente: en ataque hubo muy poca producción. Al menos que le genere mayores sobresaltos a Anconetani.
Aun con estas cuestiones a cuestas el primer tiempo salvo por un tiro libre en el palo de Ortiz, no trasladó la superioridad del juego en las áreas. Pero el ingreso en el complemento de Ribolzi, autor del segundo gol de tiro libre, fue determinante para que el riesgo se incline hacia Lavallén. La defensa, que respondió bien con la inclusión de Aguimcer en su debut, no pudo en dos pelotas paradas (con Español el primero llegó por la misma vìa), y es sabido; cuando un equipo viene agrandado y ganador como Suárez, el primer gol, puede ser definitivo para el resultado.
Y lo fue. Porque encima llegó el segundo antes de que San Carlos pueda intentar nada. En el medio entró Villalba pero no trascendió. Y Madrid, que aportó un rato despliegue por izquierda, se fue desvaneciendo a la par de todos. Es que efectivamente dio la sensación de que el gol de Grecco definió el encuentro. Sobre todo porque era difícil que San Carlos logre en ataque lo que no había podido hacer antes.
Queda como aliciente, más allá de la amargura de la derrota, saber que no se perdió contra cualquiera. Facundo Besada nos decía luego del partido que para él Sarmiento era el mejor equipo. Pero que este no estaba muy lejos. Y tenía razón. La magnitud de la caída toma dimensiones lógicas con la variable de saber quien estaba enfrente. Por eso, más allá del partido perdido, queda la amargura de haber perdido innecesariamente una pieza tan fundamental como Emilano Córdoba para el partido del sábado, contra Acassuso.
Se perdió un encuentro después de 5 fechas y siempre duele. Sobre todo porque la mochila de no ganar como local ya pesa más de la cuenta. Pero hay imágenes que al hincha lo deben dejar tranquilo. La bronca y el silencio con el que lo jugadores acompañaron la salida de la cancha y el recorrido del ingreso al vestuario, es la mejor demostración de que aquí nadie asume las derrotas con indiferencia.Síntoma indiscutible de aquellos que tienen rebeldía en la adversidad, y hambre de gloria en sus fibras.
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