SAN CARLOS PREOCUPA

En una divisional en la que un error es facturado, La Villa cometió demasiados y cosechó una derrota que por primera vez lo pone en una situación muy preocupante. Con un equipo extremadamente liviano y lento en ofensiva, fue impotente ante uno de los peores del categoría, Almagro. Que con poco arrancó el partido con gigantezcas dudas, y lo terminó agrandado ante un visitante inofensivo. La caida debe tener una lectura aleccionadora. Hay decisiones que deben reveerse; de lo contrario será dificil salir del pozo. Porque más allá de los 4 partidos sin goles, el equipo empeora su rendimiento en cada partido. y eso es lo que más preocupa. Todo indicaba que Emanuel Sarati serìa el compañero ideal del "pájaro" Miranda. Con características de delantero grandote pero ductil, e inteligencia para moverse fuera del área para que Miranda reciba el balòn con ventajas para el mano a mano, parece ser el mejor reemplazo de Rodrigo Salinas.Sin embargo, Villalba, quien no se puede poner bien físicamente, apareciò como titular. Primera noticia que generaba dudas en la tarde. Lamentablemente el partido le darìa la razòn a las dudas y no a los tècnicos.
Segundo tiempo. Almagro habìa conseguido la ventaja producto de un pelotazo sencillo y frontal que le ganò las espaldas a los defensores y que Lavallèn hubiera resuelto con una sencilla salida que le demanda un par de pasos al frente. El delantero Espinoza, vio que el arquero nunca salía e hizo la lògica, lo fusilò. Lavallèn tuvo buenos reflejos como los habìa tenido en el primer tiempo ante un tiro libre de Figueroa (la gran figura de la cancha) y un cabezazo de Yaquè. Pero no alcanzaron. En el rebote le volviò a quedar al 7 quien mandó la pelota al fondo del arco. Era el 1 a 0 pero siempre tuvo olor a definitivo.
Es que fue tan grande la impotencia ofensiva de San Carlos, antes, por la liviandad a la que apostò al ataque, y despuès, con los cambios que amontonaron delanteros, que Almagro, con su franciscana pobreza a cuestas no tuvo ningùn apremio. La ùnica respuesta de la Villa fue la emocionante generosidad fìsica de Santiago Sommariva (que tambièn jugò excelente con la pelota) y la entereza de los del fondo a los que la pelota les volvìa como devuelta por un frontòn. La soledad de Sommariva para recuperar y jugar tiene una sola explicaciòn. Oronà, que deberìa estar jugando junto a èl, deambula por la izquierda para tratar de disimular un mediocampo, que de esta manera, no puede seguir.
Segundo tiempo. Lo dicho. Almagro habìa conseguido la ventaja. Y desde el banco llega otra decisión que generaba dudas. A la cancha entra Ledesma por...Miranda. Salvo alguna merma fìsica que no conocemos, es muy dificil explicar la salida del pàjaro, que bajo y todo, es el jugador màs desequilibrante del equipo. Lamentablemente el partido le darìa la razón a las dudas. Porque encima Villalba, visiblemente en inferioridad de condiciones fìsicas errò un gol imposible en el ultimo suspiro debajo del arco. Eran demasiados errores como para salir a salvo. Demasiados...
El final lo encontrò a San Carlos como un equipo larguìsimo, con sus tres delanteros encarcelados allà lejos, en el área de Almagro, para un pelotazo que nunca llegaba porque se trataba de seguir siendo prolijo en las salidas cuando, ya no habìa espacio para eso. Solo una patriada de Sarati, con un chispazo de sus condiciones, y una corrida de Gonzalo Raverta, forzaron la jugada final. Pero era demasiado poco para revertir la historia que hasta pudo tener màs goles para el tricolor, cuando la defensa villera, en su desesperaciòn por hacer lo que no es su responsabilidad, dejaba inevitables espacios.
El ùnico consuelo de la tarde fue que la derrota calò hondo. A veces las crisis son necesarias. Traen replanteamientos, y si estos son sinceros y objetivos, traen cambios. Que como en este caso son necesarios. San Carlos necesita poner las cosas en su lugar. Como alguna vez expresò un movimiento popular; primero la causa, luego el movimiento, ùltimo los hombres. De otra manera pierden todos...San Carlos, el proyecto, y los jugadores.