SOBRARON JUGADORES, PERO FALTARON IDEAS

Camba dejó pasar una buena oportunidad de ganarle a Villa Dálmine. Uno de los rivales más difíciles del torneo es cierto , pero que jugó más de 50 minutos con un jugador menos, y los últimos 13 con dos menos. Sin embargo, el Rojo volvió a jugar al ritmo de la excitación de la gente, y solo pudo rescatar un punto a través del gol de Dell Orto sobre el final del primer tiempo. El empate deja un sabor algo amargo, por las alternativas del partido. Era un partido extraño de antemano. Porque aunque muchos intenten negarlo, uno conoce la idiosincracia del hincha de Cambaceres y sabe que hay algo de obseción en la campaña que los vecinos vienen haciendo. Y justo enfrente estaba uno de esos rivales que pelean por salir campeón junto a San Carlos: Villa Dálmine. La ambiguedad entonces estaba instalada en el subconciente, de los hinchas, claro, porque los jugadoren viven otra realidad mucho más ligada al compromiso que a los avatares de las rivalidades. Sin pretender que hubiera una relación entre estas cuestiones, el partido tuvo en casi todo su desarrollo más control de parte de los de Campana que de los de Ensenada. Cuando decimos control no significa tenencia de la pelota ni dominio territorial (cosa que solo ocurrió en los primeros minutos donde llegó el gol), sino mayor lucidez para jugar con y sin pelota, a expensas de los espacios que la premura de Cambaceres liberaba. Entonces Dálmine tuvo tres jugadores de formidable inteligencia para complicar de manera aislada pero peligrosa a la defensa del Rojo. Los delanteros Ubiría y Correa, que con mucha astucia, ganaban cada pelota dividida con un oficio tremendo para poner el cuerpo y ganar posiciones. Así llegó el gol de Correa, que más allá de la suerte que tuvo en el rebote de Lacerre, nació de una notable habilitación de Ubiría, la figura de la cancha. A ellos se les sumaba Cóceres, el ex argentino de Merlo que demostró mucho talento para manejar hios y tiempos de las jugadas. Como contraposición, Cambaceres ofeció coraje y prepotencia para llevarse por delante a los de Dálmine. Y después de los 20 le empezó a dar resultados, pese a que la falta de pausa le hizo perder arranques de jugadas que podrían haber terminado en mayor peligro. En ese lapso, Luciano Cecatto volvió a demostrar que es uno de los mejores de este equipo, empujando y contagiando a todos. Entonces el gol llegó como se suponía. Pelota parada, confusión cerca de Borgnia y Dell Orto, el mejor defensor con el que cuenta Lalo Borgarelli que desata el grito entre los muchos hinchas del Camba que había. Cuando sobre el final de esa etapa, López, echó correctamente a Coronel, parecía que el partido quedaba a pedir de Cambaceres. Pero contradictoriamente, nunca pudo adaptarse a la superioridad numérica, y a la inteligencia de los de Cataldo le respondió con el factor emocional como único y no siempre recomendable argumento. Entonces, el Rojo se transformó en una enorme anarquía que dependía de alguna jugada individual de Jaime (estaba vez fue bien controlado), o de algún pase milimétrico de los ingresados Di Biassi y López que nunca iba a llegar. En primer lugar porque todos fueron obstinadamente por el medio, sin usar nunca a Casanova, ni a Manes, ni a Ibañez después. Y en segundo lugar porque el "viola" seguía amenzando con aprovechar los espacios libres que lo pusieron dos veces de cara a sendos goles que salvó brillantemente Lacerre. El tramo final del partido lo encontró sin generar ninguna situación de gol clara, aun cuando quedó con dos más por la expulsión de Carmarán. Era la síntesis de un partido contra un muy buen equipo como Villa Dálmine que por algo pelea el campeonato. Uno paciente y con oficio, el otro voluntarioso y obstinado. El punto no dejó conforme a casi nadie. Como dijo Casanova en los vestuarios: "mas que ganar uno perdimos dos". Era la sensación reinante, en la tarde en la que sobraron jugadores, pero faltaron ideas.