ARRANCÓ GANANDO DONDE NADIE PODÍA

San Carlos arrancó en ganador, doblegando a Colegiales en su propia cancha, como una venganza por los 2 debuts anteriores donde los de Munro lo dejaron con derrota y bronca. Ganó 1 a 0 sobre el final con un soberbio cabezazo de nacho Oroná. Pero la otra muy buena noticia es que lo hizo con una autoridad sobre si mismo, y sobre el rival, notables. Gran actuación de la defensa y de los debutantes, sobre todo de Orfila, un verdadero caudillo, y Valenti, jugando a la altura de sus antecedentes.

Cuando de antemano el empate es buen resultado, a la postre el triunfo termina siendo incalculablemente valioso. Si ademas, eso se da en el debut, y ante un rival que en su casa se hace casi inviolable, los méritos se multiplican para que el festejo sea tan grande como lo fue. Villa San Carlos llegó a Munro con una premisa; mantener el orden, priorizar el cerrojo que los cuatro históricos del fondo ofrecen, y meter la estocada cuando se pueda, de la mano de sus delanteros debutantes, o de...una pelota parada, tan aconsejable en un escenario  reducido como el que ofrece Colegiales.

El plan, que a veces sale y otras no, esta vez resulto perfecto. Al punto que antes de ese golezo de cabeza de nacho Orona, pudo convertir Valenti, la figura de la cancha, y termino ahogando el arquero Tricolor.
Pero los mayores méritos sin dudas, estuvieron en la concentración y la entrega para no irse nunca del partido pergeñado.
Y en eso hubo jugadores en un nivel bárbaro. Como los centrales Slezack y Córdoba, como los laterales Ochandorena y Mauro Raverta. Pero sobre todo, como el liderazgo de Alejandor Orfila. En el, vemos una figura que surge para hacerse cargo de algo que le faltaba a este equipo. Un caudillo a "la uruguaya", capaz de hablarle al arbitro para trabajarle la cabeza, o de gritarle (y lo que es importante dejarse gritar), a sus compañeros para que se ordenen, o sepan donde pararse de acuerdo a los momentos del partido.

Porque Colegiales arrancó con mucho ímpeto, pero fue la seguridad que el propio San Carlos le demostró, lo que lo hizo descreer de sus fuerzas, lo que le generó dudas propias. Como esos boxeadores a los que uno busca una y mil veces para pegarle, pero esquivan cada golpe con firmeza, este San Carlos versión 2010-2011 promete ir desvaneciendo a sus rivales, a base de una desmoralización que comienza en su defensa, y sigue en las otras líneas.

El fútbol es contagio, no descubrimos nada. Y una última línea tan férrea fue contagiando al resto. Primero a Víctor Volpe, que sabe que con Stucky soplándole la nuca no puede tener distracciones. Y por eso se mostró sólido y convincente, para él y para sus compañeros. Y después en el medio. Donde el equipo se mantuvo cerca en sus líneas, y donde la unbicación de los espacios fue la obseción de todos. Tal vez en detrimento de la soltura de Gonzalo Raverta y Nacho Oroná, pero a favor del control del juego vertiginoso que Colegiales proponía con la velocidad de sus delanteros y sus volantes.

Así, con el planteo táctico controlado en base a disciplina, La Villa se fue soltando y en eso tuvo exclusiva responsabilidad Sergio Valenti, para quien esto escribe la figura. Casi solo, porque Pelanda se dedicó a hacer "el trabajo sucio" de pivotear, y porque los volantes por afuera no se acoplaron mucho, se las rebuscó sobre todo a base de una velocidad y una potencia que no esperábamos ver. "Hasta yo mismo me sorprendí con la velocidad que tengo" nos confesó tras el encuentro"

Valenti fue entonces mientras estuvo en cancha la carta más peligrosa en ofesniva del Cele. En el primer tiempo exigió por las bandas varios cierres angustiosos. Y en el segundo metió un desborde excepcional que Pelanda no alcanzó a conectar. Después tuvo su chance, pero la pelota le quedó muy cerca de su pie y remató débil. Decimos hasta que estuvo en cancha porque cuando lo reemplazó Pasquale, y fue otra gratísima sorpresa. Mezcla de buen pie y viveza en sus movimientos, le dio una frescura al ataque que también inclinó la balanza a favor.

Después del receso y las partidas de Miranda y Campozano, las dudas en San Carlos flotaban sobre sus reemplazos. Después de ver el nivel de Valenti y Pasquale, y saber que también está Sarati en el banco, comenzó a haber un alivio esperanzador. Porque el resto del equipo mantuvo una base que además, con Orfila, se mejoró. ¿Y Pelanda? Pelanda es esto. Un roedor del área, dispuesto a capturar su presa, "las pelotas boyando" y aumentando sus extenso currículum de goleador.

Después de esta elaborada e invalorable victoria, San Carlos se volvió entonces de Munro muy feliz. Primero por el resultado, rey de los estados de ánimos. Y después por los augurios. Porque de aquí puede nacer un equipo igual o mejor que el del torneo pasado. Y porque hay un recambio en el plantel, del que antes se carecía. la competencia será ardua. Pero si hay mentalidad colectiva, como en este triunfazo ante Cole, la gente puede estar en paz: hay Celeste en la B para rato.
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