Fue superior a este pobre Fenix de principio a fin. Contó con mejores argumentos futbolísticos y con las mejores ocasiones de gol pero falló en las definiciones. Entonces el cero lo castigó y se volvió para Ensenada con un sabor amargo que no esperaba. Porque si había un rival para ganar de visitante era este cuervo de Pilar que se cae a pedazos, en la tabla y en la vida de la divisional. Pero queda el aliciente de un equipo que Zucarelli va encontrando; con la frescura de los Náser, los Bidondo y los Catriel.
Tres ocasiones de gol netas en el primer tiempo, y tres en la segunda etapa. Con Cardozo, el arquero del equipo local, revolcándose mucho más que Arias Navarro, que aún así mostró una suficiencia enorme para ganar de alto y dominar el área como lo hacen los buenos arqueros, en su totalidad. Seis chances de gol contra casi ninguna concreta de Fénix, fueron suficientes como para decir que Cambaceres debió ganar el partido, aunque no lo haya logrado.
Porque además en los ratos que pudo desplegar fútbol, tuvo valores que de tres cuartos de cancha hacia arriba, lograron lo que los de Fénix no podían, acelerar para generar sorpresa y temor en el rival. De eso se encargaron los tres “ligeritos” que tiene esta versión de elenco que pone en cancha Zucarelli.
Catriel, con sus arranques por izquierda electrizantes, pero también capaz de meter una bolea de derecha como esa que en el primer tiempo Cardozo alcanzó a rozar para que se estrelle en el palo.
Bidondo, esta vez un poco acelerado en su andar, pero siempre con vocación de juego puesto al servicio de algo que muy pocos intentan: crear.
Y Násser, con dosis de habilidad y rapidez que le generaron una confusión permanente, a sus marcadores. De un lado y del otro, porque su movilidad lo hizo imprevisible. Lamentamos su salida; porque de sus intervenciones, dependía el encendido de ataque del equipo. Y porque ni Yañiz ni Piro pudieron sustituir su ausencia.
Esta vez la defensa anduvo bien. Se apresuraba a sentenciar un hincha cerca del vestuario. Y es verdad en parte. Tanto como que enfrente hubo un Fénix incapaz de lastimar, al punto de merodear el área como máximo logro. Aun así, rescatamos en la tarde de Pilar dos valores que ilusionan. Lo del arquero Arias Navarro, con una presencia imponente. Y lo de Emiliano Careño; porque en él descansan y se disimulan ciertas fragilidades insinuadas en otros partidos. Para muestra bastan dos cruces perfectos, en diagonal hacia sus espaldas que podrían haber terminado en las ocasiones de gol que Fénix nunca tuvo.
El resto funcionó aceptablemente. Con la novedad de Jones como único volante central, aportando la aplicación de siempre, pero también algo más. Como esas dos pelotas en profundidad que le sirvió a Catriel para que el volante imponga sus piques en diagonales. Esta vez faltó mayor proyección de los laterales, Oleiro y Calabrese; y del mismo “cachete” Casanova, que sabemos, puede dar más.
En definitiva, Cambaceres fue un conjunto superior a un rival muy pobre. No alcanzó para volverse conformes, por el resultado. Pero si por las mejoras de un equipo en formación que efectivamente, empieza a formarse. Zucarelli fue probando y va delineando los jugadores que más le convienen para sentirse protagonista en todas las canchas, como quiere la gente. La propuesta tiene una buena dosis de audacia, y después de un arranque indeseado, empieza a ser interesante. Deberá reflejarse en los resultados. Como siempre.
Foto: Gabriel de Charras www.revistatribunaroja.blogspot.com
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