Italiano pegó primero. Y ya se sabe, el que pega primero en esta divisional, tiene medio partido asegurado. En el complemento, con el ingreso del desequilibrante Madrid, San Carlos fue otro y arrolló al azurro, pero esta vez, la suerte que nadie tiene comprada, estuvo del lado de los locales. Y justo en el partido que más situaciones se crearon, no se pudo convertir. Por todo esto, el resultado fue injusto, pero esta vez en contra.
La frase, de un plateísta Azurro, luego del pitazo de López Aldazabal, resumió lo que fue el encuentro. “Los goles se hacen, no se merecen”, esas palabras cargadas de mucho sufrimiento, que pedían a gritos la hora, demostraron lo echo por uno y otro equipo.
San Carlos, demostró una superioridad notoria sobre su rival, especialmente en la segunda parte, pero está vez no pudo cristalizar en la red, todo lo bueno que realizó en la tarde-noche de Ezeiza.
El partido comenzó impreciso y trabado, en el medio campo. Abundaron los roces y los primeros convocados para la lucha fueron los pelados de cada equipo, San Martín y Orfila. Ambos amonestados y cerca de irse a las duchas, antes de los primeros cuarenta y cinco, acaparaban la atención del público, que se entretenía con la pierna fuerte, ante la imposibilidad de ver un buen espectáculo.
Dentro de esta mediocridad, el Cele, era un poquito mas, ya había avisado con un tiro bombeado de Gonzalo Raverta que rozó el travesaño, y el resto fue poco para destacar. Cuando se animaba a tomar las riendas del partido, Prieto, con un zurdazo, la clavó en el ángulo derecho de Volpe, y ponía en ventaja al local, casi sin proponérselo. Un golazo de otro partido, que no reflejaba lo visto en el terreno de juego.
El gol, no derrumbó a San Carlos, sino todo lo contrario, lo animó a soltarse y presionar mas arrib
a. Sin demasiada prolijidad, pero con mucho empuje, comenzó a inclinar la cancha hacia el arco de Flores. El “Tano” demostraba cierta fragilidad en la última línea y todo indicaba, que si San Carlos pisaba el acelerador, podía llegar al gol. Hubo una de Pelanda rechazada en la línea, y un clarísimo penal contra Juan Pablo Ortiz, que el árbitro, bien ubicado, dejó seguir. Mas tarde, tendría otro error, también dentro del área, que perjudicaría nuevamente a San Carlos.
En la segunda parte, se vió el mejor funcionamiento colectivo en lo que va del torneo. Nuevamente el ingreso de Madrid, esta vez por Orfila, de flojo partido, le dió otra movilidad y cambio de ritmo al equipo. Ortiz pasó a jugar de volante central, unos metros atrás de Oroná y San Carlos de esta manera, ganó en despliegue y velocidad. Explotó los dos laterales, y decididamente se instaló en campo contrario. Sarati y Pasquale, cuando ingresaron, aportaron peligro y profundidad en los metros finales, y el dominio territorial se convirtió en un monólogo. Como viene sucediendo, la entrada de estos jugadores, generan un cambio positivo en el sector ofensivo y le dan otro matiz al ataque. De esta manera, tuvo muchas chances de convertir, pero lamentablemente falló en la puntada final, donde pareció que faltó serenidad para lograr el ansiado y justiciero empate.
Hoy sólo faltó el gol, quedó el sabor amargo, por no haber sumado, pero el hincha y simpatizante “Villero” tiene que estar tranquilo, porque el equipo, hoy dejó todo y volvió a ser protagonista, pensando en el arco de enfrente. Recuperó el nivel futbolístico, que por momentos, había tenido la temporada pasada y jugando de esta forma seguramente va a tener posibilidades de conseguir resultados positivos, que de perder.
Daniel Alvarez
Foto: Astrid Gómez Nardo para www.clubvillasancarlos.blogspot.com
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