LA DIFERENCIA, FUE PETROVELLI.

Defensores de Cambaceres se volvió de otra excursión sin nada en sus manos. Esta vez el destino fue Rosario, la parada Central Córdoba, y el resultado una nueva derrota. Por 2 a 0 ante un equipo Charrúa que marcó la diferencia en Petrovelli, el impresionante goleador de la Primera C. El Rojo volvió a mostrar algunas cosas interesantes en su juego, pero también una dolorosa sequía goleadora, que lo pone con esta nueva caída, en las últimas posiciones del campeonato.
La diferencia, en esta categoría tan pareja, la suelen dar los goleadores. Y Central Córdoba vaya si lo tiene.  Ezequiel Petrovelli ya consiguió con estas 2 conquistas 10 goles en 8 partidos, una marca tan impresionante como para entender la diferencia en la tabla entre dos equipos. Por lo demás, no son tan desparejos. Pero los partidos se ganan en las redes, propias y rivales, y  Cambaceres, más allá de los atenuantes, tiene solo 3 goles en 8 partidos, y 6 puntos de 24. En una campaña que desde los números, es preocupante.

El partido en Rosario arrancó como casi siempre para el Rojo. Pelota al piso de Jones, otra vez el mejor, para que los de afuera Casanova y Catriel, más Násser arriba le impriman cambio de ritmo a las acciones ofensivas. En un ratito nomás Cambaceres le había esgrimido a Central Córdoba sus armas más peligrosas. Sin embargo, el Charrúa, que también tiene jugadores de buen pie, le contestó con las misma moneda; y le redobló la apuesta. Porque a las buenas intenciones le agregó algo irrebatible, el gol.

A los 21 minutos, Cruz, uno de los jugadores Charrúas con mayor profundidad, desbordó y mandó un centro-pase que Ezequiel Petrovelli mandó a la red. Buenas intenciones contra gol, Central Córdoba estaba en ventaja. Y las ventajas suelen no darse vuelta en estas aperturas de marcadores de tendencias casi definitivas en el fútbol de hoy.  El esquema planteado por Martín Zuccarelli, con más marca a través del ingreso de Benavente, y menos ataque, con la salida de Julián Bidondo, quedaba en jaque por la desventaja tempranera del resultado.

Aún así, Cambaceres fue al frente con coraje y orden, pero sin creatividad en ataque. Encima el partido se empezó a “ensuciar” por las piernas fuertes, y las cuentas pendientes que se fueron agregando en las memorias de los jugadores. El negocio era para Central Córdoba, pero el Rojo tuvo la más clara en el final del primer tiempo y al principio del complemento. Las dos fueron de Piru Násser, el mejor delantero de la cancha después de Petrovelli claro. En la primera, después de esquivar la embestida del arquero, Favelo la sacó sobre la raya. En la segunda la tiró por sobre el travesaño.

Lo que Camba perdonó, Central Córdoba no. Porque a los 9 del complemento llegó el segundo y con ello, la sentencia de la derrota. Una jugada en la que Juárez se liberó por derecha, y metió el centro, cuando Roberto González no pudo conectar, apareció el que siempre puede, Ezequiel Petrovelli, y metió el segundo y definitivo gol.

De allí al final, la levantada sería propia de un milagro que este equipo no pudo lograr. Porque encima el partido le iba a demostrar que cuando la mano viene cambiada, viene por completo. De otra forma no se explica como Maxi Benítez, que ya a esta altura del torneo anda casi desesperado por convertir; haya tenido que ser testigo de que un cabezazo suyo haya sido desviado en la línea por un defensor, o del tiro en el palo de Yañiz, y de algunas más.

Camba lo lucho y lo jugó en el campo. Pero lo volvió a perder en las redes, ahí donde los partidos y las emociones definen vencedores y vencidos. Y ahí donde la tabla cobra vida, para mirar de arriba, o de abajo, donde este Cambaceres sufre en las últimas posiciones.

Que quede claro. Aquí no se trata de poner en duda la continuidad del técnico. Esas cosas ocurren cuando un equipo anda perdido en las canchas, o sin una idea del juego. Y nada de eso le sucede hoy a este equipo de Zuccarelli. 
Lo que si ocurre es que no suma, no convierte, y mira la tabla desde abajo. Las fechas pasan y las inquietudes avanzan, es cierto. Pero por ahora no hay fórmulas mágicas que reviertan la historia. Simplemente  habrá que tener más paciencia, y esperar que el trabajo de frutos. No queda otra.

                                                                                                                           Martín Ortiz

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