EL EQUIPO DIO OTRA DERROTA, Y LA GENTE SU ULTIMATUM


Si esta vez no tocó fondo, por lo menos estuvo muy cerca de hacerlo. Con un equipo al que las derrotas y la falta de gol empezó a dejarle cicatrices, Cambaceres jugó su peor partido del campeonato y perdió ante Berazategui dejando claros síntomas de un elenco en franca caída. Esta vez la paciencia de la gente se agotó, y a través de insultos y reprobaciones generalizadas le dieron un ultimátum a una campaña que empieza a ser decididamente mala.
La semana pasada, tras la derrota en Escalada frente a Talleres, habíamos observado dos problemas nuevos, que se sumaban a los viejos de la falta de gol y puntería. Esta indiscutible derrota ante Bera, no hizo otra cosa que profundizar ambas cuestiones a saber: 1) ahora el problema no es solo la definición sino la generación de juego. 2) defensivamente el equipo ofrece a los rivales grietas in disimulables, encima acentuadas en la mala tarde de Ricardo González, como sustituto de Benavente.

Un partido que no resiste análisis en la concepción del resultado y en los méritos de Berazategui para llevarse los 3 puntos de Ensenada. Fue superior de punta a punta, combinando las dosis justas de aprovechamiento de los nervios del Rojo, con virtudes propias en la calidad de jugadores notables como Pastor, Alesandrini y Pombo.

Salvo los 2 minutos típicos del comienzo de equipo que intenta revelarse ante la adversidad y la necesidad extrema, el resto fue todo color naranja en la tarde ensenadense. Porque cuando llegó el gol tempranero de Pastor, tras una falla táctica inconcebible como fue tirar un córner con un lateral sin relevar la posible contra; la cuestión pasó al plano de lo irrversible. Aún con 88 minutos por jugar…

Esa sensación recorrió el resto del partido. Y ni siquiera la voluntad elogiable de Jones y Catriel pudo equilibrar fuerzas. Es que el pibe Piro Piñero todavía no está para cargarse el equipo al hombro, y luego Ladogana tampoco, tal vez desde sus carencias físicas. El resto estuvieron sumergidos en la impotencia propia de quien ya no cree en sí mismo, y así Cambaceres avanzó como pudo, pero repleto de dudas y falencias.

Si el partido tuvo un margen de incertidumbre en el resultado, fue solo porque algunos jugadores de Berazategui no se tomaron la definición del encuentro con la seriedad necesaria. Pero era cuestión de tiempo. Alesandrini tarde o temprano embocaría alguna. Y lo hizo con un golazo precioso, mezcla de potencia y clase, digna de ponerle un marco.

Con el gol de Alesandrini se terminó de manera formal lo que en realidad virtualmente había terminado mucho antes. Lo que si empezó fue el partido desde las tribunas. Con una catarata de nervios traducidos en insultos mal entendidos. “La camiseta del Rojo, se tiene que transpirar…” Completar la estrofa sería inútil, lo que si resulta útil es la aclaración. Estos jugadores nunca dejaron de transpirarla. El problema más que la transpiración, es la inspiración. Que tiene más bien que ver con cómo transpirarla. Pero ya se sabe, en el lodo de la bronca todo se mezcla.

Lo cierto es que de una u otra forma el final de la tarde, otra vez con forma de derrota, tuvo un mensaje popular. La gente dio su veredicto: “hay un ultimátum”. Que surgió antes de lo que el equipo transmitió. Ante Bera y en la tabla, donde los números no cierran. Hablando de cerrar, parece que eso es lo que al ciclo de Zuccarelli le está sucediendo. Es una pena, siempre es bueno abogar porque a las buenas personas les vaya bien…

                                                                                                                   Martín Ortiz
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