En un típico partido cerrado donde hace el gol gana, el tanto lo marcó Maximiliano Rodriguez a los 27 minutos del primer tiempo y la victoria fue para Talleres de Remedio de Escalada. Camba puso much ímpetu pero se encontró con un cerrojo inexpugnable que le propuso el tallarín y debió resiganarse ante la derrota que le cortó una muy buena racha en el torneo. De todas formas la imagen positiva se mantuvo.
En el fútbol, donde atacar es una parte del juego, saber defenderse muchas veces es subestimado. Sin embargo, bien puede decirse que ejemplos como el que dio Talleres en Ensenada valen para mostrar que la defensa también es un arte, y que si sabe lograrse puede llevar, con otro argumento más claro, bastante lejos.
Basta con repasar la tabla de posiciones y encontrar a los de Escalada bien arriba. O recorrer el partido donde simplemente convirtió el gol tuvo algunas esporádicas contras, pero por sobre todo, supo defender la ventaja achicando espacios, u ocupándolos con inteligencia; lo cual es de por sí un mérito que muchos equipos no saben emplear.
Contra eso se enfrentó Cambaceres y no pudo resolverlo. Esta vez más por aciertos defensivos del rival que por impericias propias. Es que esta vez Talleres le cerró los caminos por afuera a Casanova y Ladogana, y entonces debió recurrir a la salida por el centro de Jones y Benavente, que estuvieron muy bien en la marca, pero que desde su posición difícilmente puedan ser los ejes ofensivos.
Por lo tanto Kissner y Benitez debieron luchar en desventaja numérica, ante la masiva defensa del visitante, y ante la incomodidad de luchar pelotas que les llegaban demasiado sucias. De allí que casi el Rojo no pudo contar con muchas chances de gol. Al menos no con claridad.
Las subidas de los laterales también estuvieron bien obstruidas desde lo táctico por las ubicaciones de los delanteros rivales, sobre todo Cérica, que por momentos se recostaba hacia las puntas y complicaba la famosa referencia del delantero de área. De todas maneras gracias al buen tiempista que es Carreño, algunas jugadas que nacía como peligrosas fueron abortadas, y Talleres casi generó peligro después del gol.
Un par de penales. Uno para cada lado omitidos por el joven y dubitativo juez del encuentro, podrían haber cambiado la historia. Pero Cambaceres fue mermando en su entusiasmo a medida que transcurrieron los minutos y tomaba nota de la seguridad del rival para defenderse obstinadamente. Intentar lo intentó, solo que esta vez le aplicaron la misma medicina que el Rojo suele tener cuando juega fuera de Ensenada; y sin espacios, en el fútbol, todo se hace demasiado complejo.
Una derrota que duele porque corta una muy buena racha pero que lejos de preocupar sostiene la sensación favorable, de un equipo mucho más confiable. Que en el final del torneo se ilusiona con seguir cosechando puntos y terminar como dicen los jugadores “lo más arriba posible”. Por ahora la imagen presente de este equipo alimenta la idea, al margen de una derrota que no cambia la imagen positiva de este “nuevo” equipo de Alejo Santa María.
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