Y TENÍA QUE PARARLO ACASSUSO...

En los últimos años, el equipo de Boulogne se había convertido en la sombra negra que le arruina fiestas a Villa San Carlos. Desde aquella final del 2001 en 1 y 57, pasando por la inauguración oficial del Estadio Unico, Acassuso siempre le complicó la vida a San Carlos. Y esta no sería la excepción. En base a un planteo táctico riguroso y concentrado, los de Nardoza ahogaron a La Villa y no lo dejaron jugar. Hasta ganarle 2 a 0, para que el ingreso al reducido sea más complicado. La campaña? Igualmente sigue siendo excepcional.

Un gol desde los 3 minutos de primer tiempo puede complicar cualquier plan. O en su defecto, favorecer el ajeno de manera notable. Y eso es lo que logró Acassuso con el golazo de Sever no bien comenzado el partido. Como aclaración no está demás decir que no es la primera vez que a La Villa le convierten por no despejar lejos pelotas que quedan en la salida de una defensa. Primero le había pasado a San Esteban con toda su experiencia a cuestas, y luego a Nacho Oroná, que quiso jugar corto en un lugar prohibido. Le sirvieron el remate a Sever, y con el gol, el partido a Acassuso, que se fue agrandando hasta desmoralizar a Villa San Carlos.

Sin embargo, eso no sucedió enseguida del gol. Porque La Villa tuvo en Nahuel Fernandez Silva la chispa que le faltó a sus compañeros. Y en sus arranques surgieron jugadas netas de gol. Pero ni Campozano ni Pasquale anduvieron acertados en la tarde de Berisso; y hasta el mismo jugador de Gimnasia erró un gol en condición inmejorable. Era el anuncio de una tarde complicada...demasiado complicada.

Acassuso, programado para jugar en esta divisional como juegan la mayoría de los equipos en la B Metro, le creó un embudo inexpugnable en el mediocampo. Con un trabajo atinado de Mazulli en la recuperación, y Belleri y Carneiro en la ocupación ordenada y cerrada de los espacios defensivos, le cortó todos los circuitos de juego a Oroná, Melillo y Raverta, y La Villa quedó incomunicado entre si.

Del resto se ocuparon la muy buena movilidad de los delanteros Romero y Avalos, más la capacidad de maniobra de Sever, para desnudar problemas defensivos en un San Carlos que fue desgastando nervios y confianza en sus propias fuerzas. Aún así, La Villa dispuso de algunas buenas chances, pero la tarde había nacido torcida, y moriría de la misma forma.

Los ingresos de Sarati y Lima eran una evidencia que Rezza supo observar. Solo que ninguno de los dos pudo resolver un partido que ya estaba a pedir de la estrategia planeada por los de Nardoza. San Carlos se fue desinflando, sobre todo cuando Gonzalo Raverta, después de una gran estocada de Sarati, erró un gol rematando cruzado. Eran síntomas inequívocos de que revertir el partido sería, una misión imposible.

Ni siquiera el polémico gol que antes le habían anulado a Romero, le devolvió vida al equipo que luchó mucho. Pero casi siempre al ritmo y al juego que lo invitó a jugar Acassuso. Casi ciego por la necesidad del empate, La Villa equivocó los caminos trasladando mucho la pelota, o jugandola corta en espacios donde le convenía a  la presión de los rivales. El manual de la contrapresión dice que de ella se sale con pelotazos largos, dirigido a los claros que pueden quedar por las bandas. Pero Lima, Sarati y Campozano, chocaron una y otra vez contra sus propias ganas de resolver todo en una baldosa. Favoreciendo la marca escalonada y férrea del sistema propuesto por los quemeros.

El segundo gol solo le dio un tinte más acorde a los merecimientos del juego propuestos por unos y otros. y si bien fue un golpe a la ilusión del reducido, no alcanzó (y celebramos que así sea), para borrar la excelente campaña que este plantel está realizando. Por eso la gente los despidió con una gran ovación. Y porque además no se puede ganar siempre, o jugar de la misma forma. El equipo entregó todo, aunque haya equivocado las formas en como gastar sus energía. Pero está cerrando la mejor temporada de su vida futbolística. Y eso no puede ocultarlo ni siquiera una derrota, aunque sea contra este Acassuso, que de convidado de piedra, lo tiene todo.