En la tarde menos pensada, Villa San Carlos dejó su invicto en el camino ante un pobre Temperley, que usurpó las debilidades defensivas del local. Lo mejor del conjunto de Berisso estuvo en la contracción para la lucha aun cuando siempre estuvo en desventaja; lo peor, el resumen de una tarde plagada de errores defensivos que terminó lamentando, pese a la capacidad goleadora de Fernando Pasquale. En la fría tarde de Berisso, más que ganarlo Temperley, el partido lo perdió San Carlos.
Nadie hacía preveer semejante partido. Es cierto que no le cabe el concepto de partidazo, porque los goles y las sucesivas acciones de peligro de las que el mismo estuvo repleto, llegaron más por errores ajenos que por virtudes propias. Pero lo cierto es que entre este Temperley que le tenía “miedo a ganar” (aun cuando estuvo para golear), y este San Carlos que dudó de casi todo, menos de buscar siempre, construyeron un encuentro vibrante y emotivo, con suspenso hasta el final.
¿Porqué lo ganó Temperley? La tentanción es decir que porque cometió menos errores defensivos. Pero sería faltar a la verdad. El equipo gasolero cometió tantos o más errores en defensa que el propio elenco berissense. Solo que la excepcional tarea de su arquero Medina los disimuló un poco más en el score final.
La otra tentación sería la de explicarlo en la gran tarea de su delantero Juan Pablo Rial, o el oportunismo de Campodónico (más allá de la inconcebible duda de Aguimcer y Volpe en el primer gol). Sin embargo San Carlos tuvo en Fernando Pasquale a su delantero goleador, metiendo 2, y estando a un paso del tercero.
Las razones son entonces, mucho menos racionales que lo que pueden explicarse. Porque ambos equipos se repartieron en partes proporcionales errores y dudas. Solo que tras el esforzado empate de La Villa , Temperley tuvo a un lider que empujó desde el fondo y armó una jugada a pura guapeza, que terminó en un gol tan inesperado como el partido mismo.
Sin embargo, las fallas de Villa San Carlos fueron más pronunciadas e inusuales. El primer tiempo fue defensivamente de lo peor que le vimos al equipo en mucho tiempo. Sin coordinación, con exceso de pifias en los rechazos, y con un alto nivel de desconcentración que fue agrandando a rivales que habían llegado a Berisso psicológicamente abatidos y se fueron agrandados.
La otra cuestión difícil de responder es el porque de algunas posiciones en la cancha de algunos jugadores. Silvio Duarte de lateral por derecha puede ser, el tema es que si se va a en todas, ni defiende ni ataca, porque se superpone con Mariano Fernández quien además está incómodo en ese lugar, y a su vez incomoda a Gonzalo Raverta, a quien insistentemente se obliga a jugar de delantero. La consecuencia es un efecto dominó de jugadores puestos en lugares que no les corresponden naturalmente.
A favor de Agüero decimos que algo de esto había pasado con Rezza en el comienzo, hasta que luego acomodó las piezas donde mejor le rindieron. Y a favor del equipo hay que decir que más allá de la tarde fallida, nunca resignó eso que no le puede faltar a ningun equipo: valentía, esfuerzo y entrega.
Por último una aclaración. No hay fatalismo en estas lineas. Ni exitismo barato, producto del endulzamiento al que este equipo nos ha acostumbrado. Esto es fútbol y todos los resultados son posibles Lo perdió como pudo haberlo ganado, y estas líneas solo serían diferentes en el orden, pero no en el contenido. El tema es que se perdió ante un equipo débil, y vulnerable por donde se lo mire. Lo que no debe dejar de ser un llamado de atención, más allá de los puntos cosechados, y de los antecedentes inmediatos que alientan.
San Carlos sabe que si se lo propone, dejará rápidamente atrás este mal trago. El tema es tomar nota de lo sucedido, y no minimizarlo en el afán de tirar la tierra bajo la alfombra. No en vano dicen que en el fútbol, como en todo, generalmente, se aprende más de los tropiezos que de los logros.
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