LA NOCHE DE LA HAZAÑA, LA INTRIGA Y EL DOLOR

Noche de Copa Argentina. De 90º aniversario, de despedida de Alejo Santa María. Parecía posible gracias al gol de Pelosi. Y después imposible, porque Estudiantes lo dio vuelta. Pero el corazón de Cambaceres tenía algo más para ofrecer. Y llegó el gol de Cardozo en la agonía. La noche se transformaba en hazaña. Pero la hazaña le dio paso a la intriga de los penales. Y los penales al dolor de la eliminación dolorosa. No pudo ser. No pudo ser.
La noche va a ser memorable. No podrá morir. Estas noches de drama y corazones agitados jamás mueren. Lo tuvo todo. El olor a despedida de Alejo Santa María. Las ganas de Cambaceres y Estudiantes de seguir en la Copa Argentina, el vaivén enloquecido de las suertes..."Ahora sí, podemos, ahora no, ellos nos liquidan. Todavía se puede, vamos que todavía se puede."
El remate endemoniado de Cardozo al final, que la clavó en el ángulo y en el corazón de Camba. La corrida loca, loca. El grito desaforado que indignó a los hinchas del Pincha. Los penales, las rodillas en el barro. La angustia final. La noche lo tuvo todo. Por eso no va a morir.

La hazaña era dificil. Muy dificil. Porque enfrente estaba Estudiantes de Caseros, un rival poderoso que más allá de poner algunos suplentes cuenta con profesionales de una categoría profesional. Porque además Cambaceres venía muy mal, acostumbrado a perder contra rivales menores, y en circunstancias más accesibles. Pero estaba el antecedente de Adrogué, que decía que estos jugadores, sueltos de presiones y obligaciones, pueden rendir mucho más. Y vaya si lo hicieron, en la noche de Caseros.

Arrancaron tímidos, como estudiando el terreno. Y Estudiantes lo aprovechó. En ese comienzo arrollador que hacía presagiar una noche adversa. Con las corridas del "colombiano" Marquines, que levantaba a la gente, Con Torresi y Gaona desbordando por derecha; y con todos entusiasmados con la oportunidad de mostrarse. Camba no hacía pie, porque además arrancó otra vez de manera extraña, con Casanova por izquierda y Jones por derecha, para que Benavente y Cardozo sean los centrales.

Cuando se corrigió en base a lógica el partido se hizo más parejo. Pero igualmente logró la más clara en base a la virtud individual de su gran figura de estos tiempos: Enzo Pelosi. El muy buen delantero que trajo el rojo desbordo por derecha y le sirvió el gol a Nicoletti, pero el de Berisso le entró mordido al balón, y la desperdició. Eran los síntomas de un Cambaceres que con el correr de la noche mutó timidez por astucia. Y el preámbulo de lo que vendría...

En el segundo tiempo, de arranque mostró dos cosas. La primera fue la audacia de Cambaceres para salir a buscarlo más. La segunda el horror defensivo de Estudiantes que invitaba y alimentaba esa audacia. El primer gol de Camba llegó como parte de ambas cosas. Porque Pelosi se filtró entre Ledesma y Bezzone con una facilidad llamativa para meter de cabeza un centro muy anunciado.

A partir de allí nació un nuevo partido. El tano Pasini mandó a la cancha a Scamporrino y Yasogna, Estudiantes se cebó, y todo quedó enteramente abierto. Mucho espacio para el contragolpe, dos jugadores como Casanova y Pelosi notablemente preparados para usarlo y un rival desesperado. El Rojo quedó en cada ataque al borde del segundo, pero también el pincha del empate. Era cuestión de ver quien se anticipaba al gol.

Se anticipó Estudiantes, porque Torresi metió un zapatazo terrible que se incrustó en el arco de Arias Navarro. Y al instante nomás Yasogna desplegó su jerarquía para convertir el segundo. Lo dificil se había transformado en hazaña.

Cambaceres se mantuvo vivo porque lo ayudó el desorden de los defensores locales, totalmente desacoplados y mal parados. Y lo ayudó cierta canchereada de sus atacantes para no liquidar el pleito. Pero fundamentalmente Cambaceres se ayudó a si mismo, regando la cancha con sudor y honor, hasta hacer de ese final, una locura de nervios, tensiones y dramatismo, como hacía tiempo no viviamos en una cancha de fútbol.

Los jugadores creyeron. En el milagro y en ellos mismos. Por eso empujaron y siguieron empujando. Apareció la grandeza de los hombres, la generosidad de la entrega conmovedora, hasta dejar la última gota de energía en el césped. Siguieron empujando, aún cuando a Arévalo y a González le sacaron dos pelotas en la raya del arco. Porque creyeron hasta el final. Y en el final obtuvieron su premio, al borde de la gloria, con ese gol de Cardozo, que quedara en la memoria.

La hazaña estaba a un paso. Pero la vida y el fútbol, que es imperfecto, cumplió con esa ley contradictoria que lo hace tan intrigante. Llegaron los penales, y los del pincha fueron implacables. En Camba lo pateó mal Massara, dudando y al medio, por eso Salva la tapó con los pies. Podría haber sido cualquier otro. Este juego es así.


En el mediocampo, algunos jugadores vestidos de rojo, lloraban su angustia  en la transpiración de sus camisetas. Alejo Santa María apuraba el paso de su despedida.
La hazaña y la intriga le habían dado paso al dolor. Pero quedó un consuelo, grande, intacto. La noche que Cambaceres cumplió 90 años, estos jugadores le rindieron el mejor homenaje.
Estaban en deuda, y quedaron mano a mano. Ahora saben que si los fundadores del club los hubiesen visto, también los habrían aplaudido...
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2 comentarios

  1. POR FAVOR DEJENSE DE JODER, PERDIERON CON LA CUARTA DE ESTUDIANTES DE BUENOS AIRES, Y LO CONSIDERAN UNA HAZAÑA , VAYAN A CAG.....

  2. jajajajajajajajajaja le ganaron a la cuarta de brown de adrogue y se creyeron cualquiera! ahora sí, seguí peleando por no bajar a la D, cambaCeres "D" enseNADA

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