SARATI LA CLAVÓ EN LA HISTORIA

En un tarde festiva, San Carlos consiguió salvar el orgullo empatando en el último minuto a través de un golazo fantástico de Emanuel Sarati. El conjunto de Aguero jugó mal durante casi toda la tarde pero intentó suplirlo con esfuerzo y sobre el final rescató la única y explosiva alegría de la tarde para la muy buena concurrencia que se hizo presente. Un golazo impresionante de Emanuel Sarati que quedará grabado a fuego en el partido 100 en la B Metropolitana.

Afuera de la cancha todo era color y calor. La gente, que llegó sobre la hora pero acompañó en gran número. Las camisetas celestes y blancas como se había propuesto, la bandera grande, los cantos, los resabios de la fiesta del básquet en el Ceye. Pero adentro...esta vez los jugadores no podían responder de la misma manera. Estaban erráticos, apurados, desordenados. Y se notó mucho. Lo estuvieron a lo largo de toda la tarde. Hasta que llegó ese zapatazo infernal de Sarati, que salvó la tarde.

En el primer tiempo el atenuante del viento en contra fue absolutamente razonable. Volpe sacaba fuerte del arco y la pelota era notablemente frenada en el medio de la carrera. Se iba clavando. Síntoma de que había que adaptarse a algo extra futbolístico. Y el que lo hizo mejor fue Italiano. Pero no solo porque lo tenía a favor. Sino porque supo hacer lo que después La Villa no realizó. Que fue presionar sobre tres cuartos de cancha, para que los defensores no supieran que hacer con la pelota.

Así San Carlos estuvo siempre incómodo y a contramano de las acciones. Corrió mucho y mal. Siempre detrás de la pelota, manejada criteriosamente por los volantes azzurros, sobre todo por el eje del juego en el visitante; el número 10 Britos.

Con el viento como enemigo, e Italiano más metido en el partido, San Carlos agravó sus confusiones y le prendió velas a algún centro aislado de Gonzalo Raverta por derecha o Domenez por izquierda. Pero los centros siempre fueron más producto de la obligación y el apuro que la consecuencia de alguna triangulación. Entonces Pasquale y Rojano quedaron expuestos al choque y a la fricción.

En el segundo tiempo, cuando creíamos que el cambio de arco traería mejoras en el Cele, nos equivocamos. No solo no cambió la historia sino que se agravó. Se multiplicaron los desacoples defensivos y la falta de respaldo que el resto del equipo notó sensiblemente. En ese marco, el Coco San Esteban fue el que se notó más lúcido y resoluto. Aunque no haya alcanzado para salvar el gol de Italiano que caía de maduro.

El Beto Pascutti, un viejo conocedor del ascenso. Notó las grietas defensivas de San Carlos y mandó Verón (dijo que era la esperanza de este Italiano), de delantero. Los defensores de La Villa nunca pudieron pararlo (Aguero intentó hacerlo con el extraño ingreso de Madrid como lateral izquierdo) y en una de esas corridas le sirvió el gol con un gran desborde a Britos.

Los cambios, tardíos por un lado, y erróneo en la salida de Rojano por el otro, no aportaron mucho en lo inmediato. Porque La Villa siguió jugando sin la más mínima claridad en todas sus líneas. Aún así tuvo la única jugada de gol que fue un rebote que capturó el Coco San Esteban y que Anconetani salvó con su pie derecho de pura casualidad.

Por fin, cuando el final era decepcionante, y la derrota era segura, llegó ese último suspiro de emoción. La defensa de Italiano, no alcanzó a completar el rechazo final, y Emanuel Sarati, volvió a demostrar porqué, si se lo propone, puede ser el jugador distinto de este plantel, le dio como venía, con alma, vida, y sobre todo, con un enorme talento. La pelota viajó a una velocidad tremenda y fugaz. Se incrustó en el ángulo de Anconetani, y en las gargantas de los villeros.

Los mismos que habían copado la cancha por el festejo de los 100 partidos, y encontraron razones para festejarlo recién en el último segundo de partido. Cuando Emanuel Sarati la clavó en la historia.
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