Los jugadores celebraron el triunfo en la mitad de la cancha con un abrazo cerrado y mesurado. El siginificado tenía un mensaje doble. Por un lado, este grupo se acostumbró a festejar seguido y a saciar dicho hambre con triunfos. El otro mensaje es menos simpático. Esta vez el triunfo vino de la mano de una cuota de fortuna ineludible. Sobre todo en el segundo tiempo, donde los primeros 25 minutos Tristán Suárez lo empató y se lo llevó por delante de una forma alarmante.
En realidad la mayoría de los méritos los había agotado en el primer tiempo. Y sobre todo en los primeros 15 y en los últimos 15 de esa etapa. Al comienzo porque jugó con voracidad de ataque y porque arrolló a Tristán Suárez al punto de crearle 3 situaciones de goles clarísimas. Después vino un pozo en el que el "lechero" manejó un poco la pelota y complicó con centros para el temible Bazán Vera, única carta de peligro ante la parsimonia de Chiquilito.
Sobre el final, la Villa embatió de nuevo y tuvo su premio. Un centro de Domenez desde la izquierda, un nuevo desconcierto en el fondo de Suárez, y Mariano Fernández que se hizo cargo del final de la jugada, pisando el área con decisión, y rematando cruzado para ponerla bien abajo, a un palo. Golazo, merecido. Porque además Guty y Gonzalo Raverta habían sido de lo mejor, sumados al espectacular despliegue y juego de la "gallega" Avalo Piedrabuena.
Nada hacía preveer los primeros 25 minutos del inicio del complemento. Pero los dos cambios de Vivaldo, con los ingresos de Villalba y Sproat, le complicaron la vida al esquema de Aguero. Con 3 puntas, y un Sproat endiablado, la defensa celeste empezó a sufrir como pocas veces. Llegó el empate y solo por casualidad no llegó el segundo de los de Ezeiza, que hicieron méritos para lograrlo.
Se imponía un cambio. Aunque nadie imaginó que sea Duarte por izquierda para que el pollo pase a jugar de 3 bis, y Domenez superpuesto en el mismo lugar. Salió bien, porque evidentemente la racha está a favor, pero no se vio demasiado lógico que se refuerze ese lugar, cuando Sproat, el que más incidió en el cambio del partido, jugaba por el otro.
Salió bien, porque Domenez, que sigue sigue siendo tan irregular como decisivo, otra vez fue el factor de desequilibrio con la pelea de una pelota perdida y el centro para que Rojano (impreciso pero eficaz), vuelva a facturar y a generar la victoria. Quedaba un rato pero el golpe del gol aniquiló moralmente a Tristán Suárez. Y con Sarati y Madrid como refrescos San Carlos ganó en volumen de juego, lo que le permitió respirar casi hasta el final.
En la última, Sproat volvió a reventar el travesaño y ya nadie tuvo dudas de que San Carlos iba a ganar. Con una cuota de fútbol en algunos momentos del partido, otra de carácter para lucharlo, y otra de fortuna para ganar un partido que por lógica debió haber sido empate.
Pero ganó, y claro que sirve para la ilusión. Aunque también deberá servir para saber que hay cosas para corregir, sobre todo ganando, que es cuando más entran los conceptos.
Por lo pronto arrancó el 2012 de 2 triunfos impresionantes. Suma 35 puntos y empieza a redondar otra campaña excepcional. Con el hambre de gloria intacto, como le gusta a la gente de San Carlos.
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