Casi nada podrá disimular lo mal que jugó Cambaceres en su primer partido del año. Aunque la bronca del final se entienda y se comparta. Más de 15 situaciones de gol claras y de fácil acceso para la UAI Urquiza, en las narices de Arias Navarro, no podrán y no deberán ser ignoradas por nadie que en Cambaceres pretenda mejorar las cosas. Porque si algo quedó claro en la accidentada tarde de Villa Lynch es que el rojo en el fondo fue un tembladeral, amén de de las virtudes del rival.
Como es que llegaron empatados en un gol entonces hasta ese injustificable gol de Amarilla? Primero porque Cirilo, autor del gol para el local, erró 5 goles casi insólitos. Luego porque algunos de sus compañeros lo copiaron. También porque 3 veces los remates terminaron en los palos. Y finalmente porque Arias Navarro tuvo algunas intervenciones de las suyas. De otra manera, no se puede explicar.
Como contracara, Cambaceres también tuvo situaciones de gol claras. Aunque en mucha menor porporción, claro está. La diferencia estuvo en la cantidad y en las variedad de las mismas. Mientras que UAI llegaba por todos lados, con una facilidad notable (por todos lados pero sobre todo por el de Homero Díaz y Arévalo); el Rojo dependió pura y exclusivamente de dos jugadores: Eloy Colombano y Sergio Valenti.
Lo del volante debutante fue sencillamente formidable. Metiendo cambios de ritmos y frenos desconcertantes para los rivales. Y ejecuntando centros que más que centros eran pases gol. En uno de ellos lo encontró a su lugarteniente, Sergio Valenti, para que de cabeza Camba llegue rápidamente al empate. En esa jugada se quedó el resumen del ataque de Camba. Solo entre ellos dos equilibraron por momentos, un partido que era todo del futgón.
Sin Jones y Daniel Cardozo en la contención, del medio partían los volantes de Urquiza con espacios y tiempos a favor. Y eso era mortífero para una defensa que nunca hizo pie, ni siquiera para rechazar con convicción las pelotas que quedaban en las inmediaciones de su arquero.
Con tan poca resitencia, y un ataque que de a poco empezó a ser más espaciado. El empate era un premio que rozaba el milagro. Hasta que bajo una lluvia torrencial y un temporal temible, Allende, el asistente número 1, decidió no ver dos posiciones adelantadas tan grandes como la injusticia que habilitó.
Aunque eso fue una parte de la historia. Cambaceres deberá quedarse con la otra. La que dice que jugó muy mal, y que se defendió peor. De otra forma, en los partidos que viene, no habrán Allendes a los cuales echarles la culpa.
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