A LA ALTURA DEL PARTIDO

Otra vez de local, Villa San Carlos recuperó parte del buen juego elogiado en Berisso. A pesar de todas las bajas obligadas, jugó un buen partido ante Defensores de Belgrano y mereció más que el engañoso 1 a 1 con el que terminó el partido. Antonio Rojano hizo su mejor gol y su mejor partido desde que está en el club, Birge y Celasco cumplieron con creces; y Fede Slezack fue figura en el fondo. Pero no alcanzó porque Daolio penetró dos veces por izquierda, y no solo logró el empate, sino que casi le da el triunfo al Dragón.

Así como ante Temperley lo peor no había sido la derrota, ante Defensores se debe resaltar la actitud y la superioridad ante un rival herido en crisis y hambriento. Sobre todo porque además esa performance se logró en el medio de 4 bajas importantísimas, y con un mediocampo casi nuevo por completo, a excepción de Agustín Domenez.
Es bueno empezar por allí. Porquen es ahí donde San Carlos encontró las respuestas que necesitaba para no sufrir las ausencias.

Con la lesión a último momento de Avalo Piedrabuena, la incógnita era saber como respondería Matías Birge. Pues, bien, el volante de Estudiantes de La Plata lo hizo de muy buena manera. Salvo algún exceso de traslado, cumplió con el oficio de presionar en la salida del Dragón, y borrar de la cancha a un deslucido Ariel Ortega, que paseó sus restos ilustres de fútbolista por un Genacio Sálice deseoso de verlo. Al lado de Birge, se ubicó Mariano Celasco, y sin ánimos de exageración fue para quien esto escribe la figura del equipo. Cortando, jugando y hasta llegando a posiciones de gol (una en el travesaño y otra muy cerquita del mismo), con asombrosa inteligencia.

El podio de actuaciones salientes se completó con Antonio Rojano, Emanuel Sarati y Fede Slezack. Los dos primeros generando peligro con buenas combinaciones. La mejor la del gol, claro está. Arrancó Sarati con pelota dominada por el caellejón del 10, habilitó a Rojano que se sacó un defensor en una baldosa con un caño y definió con enorme precisión cruzándola a un palo. Pero además, esta vez Rojano jugó mucho más suelto, desprendiéndose de las marcas, alejándose de ellas, y con mucha más claridad cada vez que tuvo la pelota en sus pies.

El último caso fue el de Fede Slezack; cada vez más asentado, confiado y tiempista en jugadas que requieren de la máxima precisión y decisión entre ir a cortar o esperar para no quedar a contrapierna. Los demás estuvieron en un niver regular. Salvo Silvio Duarte, una vez más expuesto ser superado por la velocidad de los rivales. De hecho el empate de Daolio y otra escapada de Daolio que tapó a puro reflejo Volpe, vinieron por su sector. Como si el partido ante Temperley no hubiese existido, Rubén Aguero volvió a apostar a él, y volvió a perder.

De todas formas, cuando el partido finalizó, la gente, más allá de la pena de no poder ganar un partido que estaba para liquidarlo, resaltó lo bueno y obvió los errores con otro aplauso. Merecido porque San Carlos borró la triste imagen ofrecida en Temperley, y porque los jugadores que se hicieron cargo de la parada estuvieron a la altura del partido. Ahora se viene Platense. Y vuelven los Raverta, Melillo y tal vez Avalo Piedrabuena.(y sin Aguimcer) Aunque algo haya cambiado después de este empate ante el Dragón. Ahora los de adentro, saben que los de afuera, sintonizan la misma frecuencia.
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