Lo repetíamos una y otra vez en las malas y lo ratificamos ahora, en el momento más dulce del torneo, cuando 3 grandes victorias le devolvieron a este equipo la confianza en si mismo y en sus posibilidades: este equipo estaba para más. El tema era que alguna vez había que empezar a demostrarlo en el verde césped. Y el tema era que se estaba pasando el torneo.
Pero uno imagina a la gente de Talleres, planificando el partido. Y haciéndolo con la tabla y los resultados de uno y otro en la mano. Lo imagina porque después lo pudo ver en el campo de juego. Y la conclusión es inconfundible: Talleres subestimó a Cambaceres; y así le fue. Le pudo haber ido bien, es verdad. Porque si cuando estaban 1 a 1 y el Rojo se replegaba peligrosamente, los del Escalada hacían el segundo, tal vez lo ganaban. Pero siempre dio el aspecto por parte de los locales de jugar el partido a ciegas. Sin guardarse reservas ni precauiciones para los ataques, o contra ataques que Cambaceres le pudiera ofrecer.
Con el partido planteado por los tallarines de esa manera. Camba tuvo dos grandísimos méritos. No entró en la locura de jugarlo en el mismo ritmo (ni aún después del golazo de 35 metros de Stansiola); y fue muy certero en el segundo y el tercer gol que aniquilaron anímicamente a Talleres. A propósito, ambos ya entraron el galería de golazos recordados. El de "cachete" Casanova al mejor estilo "Chelo" Delgado, con tres dedos, y una comba impresionante. Y el de Valenti por la estupenda combinación de pecho de Pelosi, y la electrizante definición del "pichichi".
Otros puntos destaclables del equipo fueron la combatividad en el medio de Cardozo y Benavente, sobre todo para marcar, porque en la distribución del balón alternaron buenas y malas. Y finalmente una de las grandes y silenciosas figuras: Leandro Fernánez. El defensor que volvió tras las 2 fechas de suspensión fue el pilar que sostuvo en pie a la defensa cuando por las bandas Berales y Lezano desbordaban a pura habilidad.
Con fuerza, presencia y timming lideró a sus compañeros y les dio seguridad.
Hubo errores igualmente. En todo triunfo los hay. Nos pareció algo tímido el cambio de Casanova por Kissner, para que Colombano, que no lució como otras tardes, pase de delantero junto a Valenti. El mismo Aldirico lo corrigió inmediatamente para que Pelosi acompañe arriba. Pero ni los laterales ni los volantes extremos (sobre todo Ricky González que salvó la ropa por el gol) pasaban al ataque.
Hasta que chachete se decidió a hacerlo y de que manera: con un auténtico golazo que inclinó la balanza del partido. Pero dieron la sensación de ser decisiones individuales porque el equipo estaba demasiado replegado, aguantando un empate. A diferencia del primer tiempo donde la salida en contragolpe sobre una defensa que achicaba groseramente fue una constante. Por más que las puntadas finales hayan sido fallidas.
Pero más allá de los análisis futbolísticos hubo un triunfo, un triunfazo. Que además se suma a los dos anteriores para regalarle a los hinchas el momento más alegre de este campeonato (solo con Borgarelli Camba logró 4 victorias al hilo desde que descendió). Ahora mira la tabla de los promedios y encuentra alivio. Ahora mira la de posiciones y encuentra ilusión. Ambas cosas van de la mano. Por eso sueña. Y ayuda a construir más esperanza con cada triunfo que llega. Como en Escalada, donde Talleres pensó que jugaba contra un equipo chico, y Camba le refrescó la memoria.
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