EN EL FONDO, SAN CARLOS SIGUE HACIENDO HISTORIA

En la primera vez que Estudiantes de Caseros visitaba Berisso, Villa San Carlos lo recibió convidándolo con la misma medicina que a todos y lo obligó a dejar 3 puntos en su camino por ascender a la B Nacional. Con un golazo de Mariano Celasco y una óptima administración de recursos defensivos, La Villa ganó una vez más en Berisso y empieza a redondear una gran campaña para alegría, cuando no, de toda su gente.

A veces en el fútbol los pizarrones suelen ser burlados por los imponderables de un juego que los tiene por cientos. A veces el camino suele ser hallanado por un golazo como el que el martes Mariano Celasco le clavó a Martín Ríos, y la estrategia sale perfecta. Mucho de eso le sucedió a San Carlos y a la idea de Rubén Aguero para reducir al mínimo posible el potencial de un Estudiantes de Caseros muy poderoso, que se quedó sin nada por la inteligencia, el despliegue y la concentración defensiva implacable de Villa San Carlos.

Iban 27 minutos del primer tiempo y Mariano Celasco se animó a pasar al ataque soltando amarras que lo tenían destinado a marcar a los talentosos jugadores pinchas. Cuando vió que tenía un margen para el remate, sacó uno seco y potente, que se metió bajando en el palo derecho de Martín Ríos. Un golazo extraordinario y decisivo. A partir de ahí nació el partido que quería el planteo villero. Y la misión imposible para Estudiantes.

Saber defender en el fútbol puede ser tan importante como saber atacar. Y la villa supo hacerlo. Es más. Sabe hacerlo desde hace tantos años que nadie podría evitar afirmar que en sus defensas se han cimentado cada una de las hazañas de los últimos gloriosos tiempos...

En la temporada 2007-2008 San Carlos habitaba la C y tenía un promedio hecho pedazos. Arrancaba con un pie y medio en la Primera D, y finalmente a base de una campaña fantástica, no solo logró salvarse de todo, sino que fueron tantos los puntos cosechados que llegó a meterse en el octogonal. Aquel equipo inauguró esta generación de defensas de oro: Perafán, Gonzalo Raverta, Abuín, Córdoba y Mauro Raverta.

Después fue el turno de la temporada consagratoria, y cambiaron algunos nombres, pero no la impresionante eficacia defensiva. Spina y Lavallén ocuparon el arco; el vasco Ochandorena, Slezack, y otra vez Córdoba y Mauro Raverta. Cada uno de ellos seguro de sí mismo, y de ausencia de egoísmo de sus compañeros, escribieron el capítulo sublime de la historia de este club.

Finalmente llegó la contemporánea B Metropolitana. Con campañas consagratorias. Volpe volvió al club, ahora sustituído por Coloca; Mariano Fernández sé ganó un lugar, Fede Slezack siguió en el suyo, al igual que el eterno pollo Raverta, y Ezequiel Aguimcer dejó una huella imborrable en la necesidad de reemplazar a Emiliano Córdoba.
Alternaron otros nombres. Pero casi nunca cambió la ecuación. Villa San Carlos ha tenido en estos imborrables años el sello de defensas seguras y confiables. Capaces de aguantar un partido ganando por 1 a 0 durante mucho minutos.  Esa ha sido una de las claves para hacer semejantes campañas. Y este triunfo ante Estudiantes en Berisso es un ejemplo más de tantos otros.

Claro que si esa defensa es ayudada como en este caso por el despligue y la concentración de sus volantes alimenta aún mucho más esta solidez. Y eso es lo que hicieron los mediocampistas villeros.

Lo hizo con Avalo Piedrabuena, otra vez leyendo cada jugada tácticamente (es notable ver como cierra algunas jugadas que sobran a los centrales en su propia área chica. Lo hizo con Gonzalo Raverta, desdoblándose en su función de ser salida permanente de ataque, y rueda de auxilio en el medio y atrás. También Celasco, aportando fibra combativa siempre. Y esta vez lo hizo sobresalientemente Melillo, que si entiende que jugando así rinde mucho más, no volverá a bajar su nivel. Jugó concentrado y en función de equipo. Y eso es lo que el equipo necesita de él. Lo otro, lo de los goles u otros lujos, es un plus postergable.

En los extremos quedaron solitarios Coloca y Pasquale. El uno volvió a mostrar seguridad, lo cual en un arquero es invalorable. El delantero jugó obligado a ser el primer defensor. Y cuando por fin entró Rojano para ayudarlo, "Tony" se pasó de rosca y solo pudo agregar confusión.

Con todo eso, San Carlos le ganó a uno de los que mejor juega. Paradójicamente porque no lo dejó jugar. Y porque antes le hizo un golazo Mariano Celasco, al que no pudieron imitar el talento improductivo de Scamporrino, Yasogna, o el brasileño Cardozo.
Al fútbol se gana haciendo goles, y la Villa lo hizo. Pero también sabiendo defenderse cuando conviene, y esta vez convenía. Rindiéndole culto a la tradición reciente. La de defender lo propio como si fuesen lo que son: hinchas vestidos de jugadores de fútbol.
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1 comentarios

  1. Vamos cele que hoy hay que ganar tambien!

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