CAMBACERES SE ACOSTUMBRÓ A PERDER.

Una nueva derrota y van...Van tres seguidas en este campeonato, seis continuas en Ensenada, y cuatro de seis en el torneo. Los números son alarmantes por donde se los mire. Pero lo peor es la discontinuidad en la contracucción de un equipo que, avanza un paso y retrocede dos. Todo lo que había mejorado ante Midland lo empeoró ante un liviano Liniers al que también le alcanzó para ganar en Ensenada. Alejo Santa María presentó la renuncia y no se la aceptaron. El fútbol de Cambaceres esta una vez más, en crisis.

Podríamos recortar el partido ante Liniers, y juntarlo con otros recortes recientes y no tanto de los últimos tiempos, y ver que son todos parecidos. Casi iguales. Y de tan parecidos ya exasperan a la gente. Que más que enojada se fue del estadio triste, desolada, y con pocas ganas de gritar su fastidio, por otra jornada frustrante, desde el resultado y desde la producción. Cambaceres jugó mal otra vez y volvió a perder esa llamita de esperanza que había encendido en Libertad. A esta altura, el tobogán que empezó a transitar en los últimos años parece no tener fin.

Cinco minutos prometedores, y un tiempo y medio de abulia y mediocridad. Un partido, el de Midland, renacentista, y otro opaco, feo y anodino. En ese devenir que concluye más en frustración que en esperanza, deambula Cambaceres, y parece no tener fuerzas para despegar. Hablamos de cinco minutos porque fue lo que duró en el comienzo del partido las corridas de ese tridente ofensivo, interesante por cierto, propuesto por Santa María, y constituido por Valenti, el paraguayo Clementino y Manzano. Allí registramos la única acción de gol del Rojo en el primer tiempo. Un envío aereo de Benavente, conectado de cabeza por Jones, que pasó cerca.

Después empezó la debacle. El modesto Liniers, presionó y ganó el juego en el medio, y con ello le quitó la pelota a Camba. Sin hacer gran cosa, pero con el dominio espacial de la cancha, le quitó protagonismo a Cambaceres, que encima tuvo a todos sus volantes en una mala tarde. Es cierto que Cardozo y Benavente jugaron por las bandas, y que no es sus posición; pero si ante Midland habían logrado hcerlo no había porque imaginar que esta tarde en Ensenada ocurra lo contrario, como finalmente sucedió.

Sobre el final del primer tiempo, como en casi todos los finales en el 12 de Octubre de las primeras etapas, llegó el gol del visitante. Un yerro notable de Juan Coyant, que jugó un partido para el olvido, el centro de la figura de la cancha, Palmerola y el gol de tijera de Portillo, contra un palo. Otra vez a remontar un partido que jamás sería remontado.

Porque en el segundo tiempo Cambaceres hizo todo desde el esfuerzo para empatarlo, pero casi nada desde la claridad conceptual de juego. Metió a Elías Di Biasi pero casi no lo usó porque la pelota iba por el aire más que por el piso. Metió a Ricky González y no abrió casi nunca la cancha por izquierda, empecinado en acelerar siempre, en cualquier lugar y desde cualquier condición de jugada. Solamente cachete Casanova fue aprovechado en su ingreso desde la posición de volante derecho.

Alcanzó para que Valenti y González tuvieran mayor participación, sobre todo el ex men sana, que entregó todo su esfuerzo al servicio de un equipo que no pudo habilitarlo casi nunca con claridad. Los últimos veinte minutos fueron lo mejor de Cambaceres, y a decir verdad, por la pobreza ofrecida de Liniers, y las 3 ocasiones de gol, mereció el empate. Pero tampoco hubiese alcanzado para limpiar una imagen de equipo con escaso juego, y sobrada confusión.

Un limitado Liniers, llegó timido a Ensenada y se fue, como la mayoría, festejando. Con poquito le alcanzó para desnudar una vez más, el flagelo de Cambaceres jugando en casa. La situación es crítica porque además el promedio acecha cada vez más, y la confianza desaparece a pasos agigantados. Por todo esto, el vestuario fue un cúmulo de rumores que desestabilizan a Alejo Santa María, más allá de la ratificación de su cargo.

Desde aquí creemos que cambiar otra vez de técnico no es la solución.
 La solución, ahora que el DT entendió la necesidad de arriesgar,  está en el verde césped, y la deben dar los jugadores.