EN BERISSO ES OTRO EQUIPO

Esta vez, más importante que el resultado, era saber la reacción anímica del equipo. Desacostumbrado a goleadas en contra, el grupo y el técnico debían recuperse. Y lo hicieron de buena manera. Porque el 0 a 0 fue injusto, en un partido en el que La Villa fue superior a Morón, sin poder plasmarlo en la red. Aguero hizo cambios lógicos (a excepción de la sorpresa en el arco), y la consecuencia fue el regreso a las fuentes, de un equipo confiable; que en Berisso es otra cosa.

No había más margen para cosas raras. Ya se habían agotado el miércoles por la noche y los días siguientes a la goleada transcurrieron entre charlas de los jugadores, reuniones de dirigentes con el cuerpo técnicoy cuestionanmientos de hinchas.Villa San Carlos no podía rifar el muy buen prestigio logrado. Por eso este partido ante Morón se planeó con una dosis de lógica mucho más acorde con las capacidades del plantel. Y así jugó.

En la primera etapa usando todo el frente de ataque con un Sarati llamativamente libre por izquierda y un Gonzalo Raverta por derecha que demostró que no puede faltar jamás. El primero logrando muy buenas sociedades con el pollo Raverta en cada una de sus escaladas, y con Antonio Rojano, recostado sobre ese sector. Mientras que por la derecha, las alternativas para construir juego las generaron Fernando Pasquale y Mariano Fernández.

Cuarenta y cinco minutos en los que el Cele se cansó de desbordar a un Morón que inexplicablemente defendía cerrado ante ataques abiertos. Faltó el gol, es verdad, pero estuvieron las ocasiones. Sobre todo dos de Rojano que no alcansó a definir, y dos de Gonzalo Raverta, tras muy buenas combinaciones por derecha. Sarati fue, en ese primer tiempo, una auténtica pesadilla, que también demostró que no puede abandonar más la titularidad, juegue donde juegue.

La voluntad de ataque tuvo además un muy buen respaldo en el fondo. Sobre todo en Fede Slezack, de enorme tarea. Porque con un planteo como el de La Villa, donde los laterales se van permanentemente, es necesario que en el fondo se achiquen espacios hacia adelante. Aun corriendo el riesgo de quedar mal parados. Pues Slezack y Aguimcer fueron dos relojitos en eso de cortar y anticipar manejando espacios y tiempos justos.

En esos valores, radicó el elogio al juego de San Carlos. Porque no siempre el fútbol se mide en situaciones de gol, o concreciones de las mismas.

En el segundo tiempo, bajó el ritmo del partido, y con ello, la insitencia de los locales. Además, el gato Daniele le puso marca personal a Sarati, y San Carlos no lo buscó más. Atacando exageradamente por derecha, y perdiendo sorpresa a través de esa decisión. Encima ingresó Britos, que le dio velocidad y habilidad a los contragolpes del gallito, hasta allí inexistentes, y el partido se hizo un poco más abierto.

De todas formas fue el Cele el dueño del protagonismo y el que propuso ganarlo. Con Melillo y Birge presionando bien arriba, y con el arco de Migliardi entre ceja y ceja. Y si no llegó más en el segundo tiempo fue porque la elaboración de la primera etapa fue mutando por algunos pelotazos o centros desde lugares inadecuados.

Lo de Morón fue casi lamentable. Un grande venido a menos que pisó por primera vez el Genacio Sálice, raspó un punto, y se fue festejándolo. Haciendo tiempo casi todo el partido y pegando con la complicidad permisiva de Cristian Benítez. Parecía la historia de los roles invertidos.

Aunque el tema en San Carlos pasó por otros carriles. Había que levantarse después del nock out. Había que demostrar que tiene moral para reponerse de los golpes duros y lo hizo. Por lo menos en Berisso, donde  evidentemente el equipo fue otro. En todo el sentido de la frase. Ahora deberá volver a serlo en Junín, donde lo espera Sarmiento, a quien tiene de hijo. Y es costumbre de estos jugadores  respetar esas cosas...