EL MILAGRO DE SAN CARLOS, SON SUS JUGADORES

Lo demuestran hace años, besando la camiseta en cada gol. Y luchando por ella en cada jugada. No hay nada más valioso para un club que conseguir que sus jugadores sean hinchas. Ese es el verdadero y único milagro de este increíble San Carlos.


A San Carlos le robaron el alma. Dijimos hace una semana cuando otra muestra inexpresiva del equipo sostenía la debacle de las últimas fechas. Lo que no sabíamos era que estos jugadores, verdaderos y únicos artífices de estos buenos 54 puntos, iban a inyectarse tan rápido de ese orgullo que estaba herido, pero no muerto. Lo hicieron en la cancha de Colegiales, y se notó por todos lados. Jugaron un partido con el corazón en la mano. Con la misma convicción, y el mismo contagio que los llevó a ser lo que son y serán en la memoria del club.

Ganaron con garra, corazón y fútbol. Se olvidaron de Aguero, de los rumores, de los ignorantes que dudaron de su honorabilidad. Solo se acordaron de lo que les costó llegar adonde están, y de la fidelidad de esos hinchas que una semana antes dividió bien las aguas. En una época en la que la confusión y los dobles discursos suelen arrastrar con todos, la gente supo entender la idea, sencilla, profunda...

La idea va desde hace años, del campo de juego a la tribuna, y vuelve el mismo mensaje. "Ustedes nos dieron todo, ahora nos toca dar a nosotros".
La paciencia, la gratitud, y ese maravilloso ejercicio de memoria que permite bancar en las malas al que se entregó por completo siempre. Por eso San Carlos se ha hecho tan distinto...por eso es tan querido.

Colegiales no entendía nada. No clasificaron al reducido? Preguntaban los hinchas más viejos de la platea. No, señor. Es difícil de explicar. Tendríamos que tener toda una tarde, y usted tiene más ganas de aplaudir a los suyos, que humildemente, le pelearon el torneo hasta el final a Sarmiento. Si quiere, y tiene mucho tiempo libre, le imprimo todas las notas de los partido de San Carlos y las lee...

Es que en Munro se vio la mejor versión de este equipo. La que Aguero no quiso explotar, por miedo a perder. San Carlos jugó como si el técnico ya no estuviera. Y algo de eso pasó. Porque los jugadores reavivaron ese fuego sagrado tan dificil de apagar, que los temores del entrenador había extinguido. Entonces los Raverta volvieron a conmover por su entrega incondicional. Fernández y los del fondo empujaron con rabia. Oroná multiplicó sus pulmones, Melillo volvió a romperla, Coloca se jugó la vida en todas abajo, y Pasquale arriba. Si hasta Sarati corrió como nunca en su vida.

Fueron todos al frente. Al ataque. Porque no son menos que nadie. Aunque en este proceso se hayan empeñado en hacerles creer que si. Jugando con un solo delantero en Berisso contra Acassuso, o jugando al 0 a 0 de visitante. Fueron al frente y ganaron, como suele suceder cuando se juega convencido de las fuerzas propias.

"Al final, en cada torneo terminan jugando los mismos", me dijo alguien. Bueno, entonces de casualidad no tiene nada. Porque la lectura es doble. Este grupo sigue dando la cara y sacando al club adelante. Y la política de refuerzos ha sido muy mala. Será el tema a rever. De ahora en más; pocos y buenos.

Mientras tanto, un grupo de jugadores que llevan la camiseta en la piel, lloran. Lo hacen Coloca y Pasquale, que ya aman a San Carlos, y lo hacen los que lo vienen amando hace rato.
Cuando la bronca se apague. Cuando los lamentos le den paso al reconocimiento; volverán a pensar y sabrán que no se equivocaron en vestir esta camiseta.
Porque no se habrán metido en el reducido. Pero del corazón de los hinchas...no los saca nadie.